El fin del mundo llega con los terremotos o al menos así los plantean las películas apocalípticas. Desde la antigüedad, este fenómeno natural ha estado asociado con explicaciones míticas de ira o castigo, sin embargo, la ciencia ha encontrado que aquellas impresiones están lejos de retratar lo que sucede debajo del suelo.
No se puede negar la capacidad destructiva del movimiento de las placas tectónicas, sin embargo, muchas veces no es como se plantea en las pantallas, donde los efectos especiales crean mega terremotos con magnitudes poco probables.
- Te recomendamos Sismo de 6.9 sacude Japón; alertan posible tsunami Internacional

¿Qué tan grande puede ser un sismo?
Cuando se produce un sismo ocurre algo similar a lo que pasa cuando alguien chasquea los dedos, la tensión que se produce al deslizar uno sobre otro se libera y con ello, la energía acumulada. Las placas tectónicas experimentan un proceso similar: al deslizarse liberan energía que provoca temblores.
Hay regiones de la Tierra en las que esa tensión entre placas se ha acumulado durante cientos de cientos de años por lo que tienen la capacidad de provocar grandes sismos al liberarse. Así, toda la energía sumada al tamaño del área de la falla y características de la misma dan como resultado la magnitud del terremoto.
“Cuanto mayor sea el área de la falla, mayor será el terremoto”, señala el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con la institución, la falla de San Andrés tiene mil 280 kilómetros de largo y solo entre 16 y 20 kilómetros de profundidad. Las condiciones hacen que sea muy difícil que se produzcan terremotos de magnitud superior a 8.3.

El mayor terremoto del que hasta ahora se tiene registro ocurrió en 1960 en Chile: con una magnitud de 9.5 liberó una energía 20 mil veces superior a la de una bomba atómica.
Sin embargo, para que esto pudiera ocurrir requirió de una falla de casi 1.600 kilómetros de largo y 240 kilómetros de ancho que se hunde en la Tierra en un ángulo poco profundo. Aunque los científicos no han puesto un límite de la magnitud que podría tener un sismo que se origine nuevamente en esta falla, existen límites claros, como explica el USGS.
“Hay un límite simplemente por el tamaño de la Tierra. Un terremoto de magnitud 12 requeriría una falla más grande que la propia Tierra”, explica.
En el caso de México, los sismos más fuertes que ha experimentado han tenido origen en una falla de subsidencia que se genera entre las placas de Rivera, Cocos y Norteamérica.
Dicha falla tendría que tener una ruptura de más de mil 200 kilómetros para producir un sismo de magnitud 9, lo que, pese a no ser imposible, resulta muy poco probable, como plantean los investigadores del Servicio Sismológico Nacional (SSN).
En general, los mega terremotos, es decir, aquellos con magnitudes de 10 o superiores, son muy poco probables en el mundo, de hecho, al día de hoy no se conocen fallas capaces de generar uno. Además, se necesitan decenas de años e incluso siglos para que se genere la suficiente tensión entre placas que libere la energía necesaria, como reitera el USGS.
Por otro lado, a lo largo de la historia se han registrado grandes sismos, sin embargo, no todos han ocasionado grandes daños, “ya sea porque causaron poco movimiento o porque los edificios se construyeron para soportar el movimiento”.

De los grandes tsunamis a la tierra abriéndose
Aunque las fallas son la razón detrás de los sismos, su movimiento no provoca que el suelo se abra. Cuando las placas se mueven lo hacen una sobre la otra, no se separan, de ahí la incapacidad de abrir una grieta kilométrica hacia el centro de la Tierra.
Lo que sí puede ocurrir es que el movimiento ocasione daños superficiales visibles en el asfalto y las baquetas.
En cuanto a los tsunamis, la Oficina Nacional de istración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) explica que estos son poco frecuentes. La mayoría son pequeños, si bien se originan a partir del movimiento de las placas tectónicas, no todos los terremotos causan este fenómeno. La ubicación, magnitud y profundidad del sismo son los que determinan su formación.
“La mayoría de los tsunamis son generados por terremotos con magnitudes superiores a 7.0 que ocurren debajo o muy cerca del océano y a menos de 100 kilómetros (62 millas) debajo de la superficie de la Tierra (es poco probable que terremotos más profundos que esto desplacen el fondo del océano)”.
Algunos tsunamis se forman cerca de donde ocurrió el sismo. No obstante, hay otros que ‘nacen’ lejos de donde se presentó el sismo, por ejemplo, el gran terremoto de Chile dio origen a una serie de maremotos que golpearon las costas de Japón y Hawai.
La fuerza del tsunami depende principalmente de la magnitud del terremoto: debe tener una magnitud superior a 8.0 para generar tsunamis distantes peligrosos, como agrega la NOAA.
En este sentido, la falla de San Andrés sería incapaz de detonar un gran tsunami principalmente porque las placas en esta región se mueven de forma horizontal.
“Si bien una parte de la falla de San Andrés cerca y al norte de San Francisco se encuentra en alta mar, el movimiento es principalmente horizontal, por lo que no provocará grandes movimientos verticales del fondo oceánico que generarían un tsunami”, explica el USGS.
LHM