En los años setenta el rock era contracultural, indómito, opuesto al puritanismo impulsado por una sociedad hipócrita y conservadora. Las voces de los roqueros, sobre todo en Estados Unidos, se escuchaban con atención, eran críticos del poder y sus sonidos y sus letras se guardaban en la conciencia y el corazón. Por eso “Ohio”, de Neil Young, se convirtió en un himno, en el lamento de una generación por la muerte de cuatro estudiantes en la Universidad Estatal de Kent, asesinados por la Guardia Nacional durante las protestas del 4 de mayo de 1970 por la invasión de su país a Camboya, durante la presidencia de Richard Nixon.
Interpretada por Crosby, Stills, Nash & Young, la canción fue lanzada como sencillo un mes después; censurada en estaciones de AM, fue programada insistentemente en radiodifusoras independientes y aun clandestinas de FM para catapultarse entre las más escuchadas del año.
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En internet se puede ver la portada de la revista Life con una imagen de la tragedia, fueron esa foto y las de interiores las que provocaron la ira del músico canadiense (nació en Toronto, el 12 de noviembre de 1945), quien escribió: “Tin soldiers and Nixon coming, / We're finally on our own. / This summer I hear the drumming, / Four dead in Ohio. // Gotta get down to it / Soldiers are gunning us down”. (Los soldaditos de plomo y Nixon vienen / Por fin estamos solos / Este verano oigo los tambores / Cuatro muertos en Ohio // Tenemos que poner manos a la obra / Los soldados nos están disparando…).
De acuerdo con Lydia Hutchinson de Performing Songwriter Magazine, fue su compañero David Crosby quien le dio la revista a Young; según algunas versiones, este se ausento algunas horas y regresó con la canción. “El cuarteto fue al estudio Record Plant de Los Ángeles y la grabó en vivo en pocas tomas”, escribe Hutchinson. Lo hicieron sin importarles que otro de sus temas, “Teach Your Children”, que había sido lanzado en mayo, estuviera escalando en las listas de popularidad.
El historiador de cultura pop y periodista David Bianculli, citado por Hutchinson, afirma que “fue la reacción más rápida y eficaz”, ante lo sucedido en la Universidad Estatal de Kent, “con Neil Young actuando a partes iguales como compositor y cronista. Nadie se detuvo a pensar: ‘¿Qué le pasará esto a nuestro otro éxito? ¿Qué le pasará esto a nuestra imagen? ¿Qué pensarán los anunciantes?’ Simplemente pensaron: ‘Esto es importante y debe salir al aire’”.
Han transcurrido cincuenta y cinco años, “Ohio” conserva su potencia, la furia de un grupo de jóvenes que no estaba dispuesto a callar ante la violencia; el poder pretendía silenciar a sus críticos, con golpes o balazos; muchos se sentían desilusionados, amenazados, sin un espacio para protestar, pero entonces “de la radio surge una voz de solidaridad e indignación. No era solo una canción pop”. No, no lo era y por eso “Ohio” se convirtió en himno contra la brutalidad del poder.
AQ