Ciudad de México /
Mis días de juventud están todos en ese lugar.
Las dos barcas de madera hundiéndose lentamente,
los días sin nombre, todo se abalanzó sobre mí
y yo dejé
que me arrastrara.
Las preguntas que me hacía hace tiempo flotan como boyas,
la marejada que brilla
cegadora,
las olas que arrojaban infinitas respuestas contra el espigón,
todo era un amor tan grande
que no supe leerlo, mis venas
eran demasiado calientes entonces. Oh días
fugaces,
oh estúpidos
días míos,
todos mis días oscuros están allí,
bailan vertidos en ese lugar.
Publicamos este poema, que forma parte del libro 'Guardé el anochecer en el cajón', de Hang Kang (Lumen, 2025), con autorización de Penguin Random House Grupo Editorial.
AQ