Llegó a Tampico la leyenda del rock mexicano, Caifanes con casi cuatro décadas de música convertidas en resistencia, memoria y ternura. La ExpoTampico vibró como hace un año —cuando la banda volvió tras más de tres décadas de ausencia— pero ahora, con una fuerza distinta: más íntima, más urgente.
- Te recomendamos Desde Grupo Firme hasta José Madero; cancelan conciertos por inseguridad en Tamaulipas Música

Desde el primer acorde, el foro se convirtió en un santuario. Saúl Hernández, el eterno frontman, agradeció con voz firme, quebrada por momentos:
“Gracias por estar aquí, por hacer este sueño realidad… sin ustedes no sería. Muchas gracias, raza”.
El público, multigeneracional, respondió con la misma devoción: familias completas, adolescentes con camisetas negras recién estrenadas, padres con las letras de “Viento” tatuadas en el alma, y carteles pidiendo saludos.
Caifanes conmueve en la ExpoTampico con mensaje de prevención del suicidio
Las canciones llegaron como oleadas de nostalgia y poder: “Los dioses ocultos”, “Nubes”, “Aquí no es así”, y la infaltable “Mátenme porque me muero”. Todo envuelto en una atmósfera onírica gracias a visuales que evocaban un subconsciente colectivo mexicano: psicodelia digital, mística urbana y danzantes mexicas.
En medio del éxtasis sonoro, Saúl detuvo el tiempo. Habló pausado, directo:
“Muy pocos medios hablan de esto... del suicidio en los jóvenes, de la depresión que está empujando a tantos a tomar la puerta fácil. Hay que hablar con nuestra juventud. Que sepan que no están solos, que hay amor, que hay salida”.
La interpretación de “Inés”, uno de sus temas más recientes, fue entonces una oración colectiva. El público la recibió de pie, en silencio, con el respeto reservado a lo sagrado.
Un cierre entre política, identidad y celebración
El concierto también dejó espacio para el mensaje político:
“México es grande por su gente, no por quienes están en el poder”, lanzó Saúl, sin estridencias pero con claridad.
Y cuando parecía que la energía llegaba a su fin, Caifanes detonó la noche con “La Negra Tomasa”. La ExpoTampico se transformó en una fiesta tribal, con maracas invisibles, gritos, baile y euforia desbordada. Nadie quedó sentado.
Entre los asistentes, un detalle no pasó desapercibido: la nueva generación de seguidores. Adolescentes que coreaban cada verso con la misma pasión que sus padres. Fue un recordatorio ineludible de que el rock no ha muerto; sigue vivo en quienes heredan su legado, su energía y su mensaje.
- Te recomendamos Tamaulipas arranca con 16 medallas en la Olimpiada Nacional Conade 2025 Deportes
