Tres de cada cinco migrantes que se quedaron varados en la frontera sur de México consumen drogas y alcohol debido a los trastornos de estrés postraumáticos que vivieron en su travesía y que continúan enfrentando, advirtió la directora de la Fundación Chiapaneca para Mujeres Migrantes (Chimumi), Fabiola Díaz.
En entrevista, la especialista explicó que el mayor de los casos de problemas de adicciones se presenta en hombres, porque, al igual que en México, en los países latinoamericanos a los varones no se les enseña a expresar sus emociones.
Esta organización se convirtió en un faro de esperanza de los migrantes que atraviesan la ruta migratoria para poder llegar a México a quedarse de manera temporal o estable, sufriendo la pérdida de su familia y sus hogares.
La directora de esta organización expuso que han atendido a unas 100 mujeres con casos de depresión que van de moderado a grave.
En la franja fronteriza, los expertos han detectado migrantes de 18 años que consumen drogas; destacó que han visto a migrantes cubanas consumir alcohol y fumar en gran cantidad.
En el caso de los venezolanos y haitianos, lo que observan son el consumo de tabaco.
“Pues el problema es de drogas, aunado con trastornos emocionales; estamos hablando con la población mexicana aquí en Tapachula, el 50 por ciento son jóvenes de los 13 a los 30 años, porque son drogas asequibles, vas a las escuelas y los dealer las venden pequeñas como dulces, van manipulando y va incrementando la adicción en el menor a través de los dulces”.
En la frontera sur del país se carece de espacios o instituciones donde las familias puedan encontrar un espacio para atender las adicciones.
Además, explicó que no hay un tratamiento profesional que reciban las personas adictas en Tapachula, porque algunas de ellas han sufrido abuso físico, sexual y psicológico
En Tapachula, algunas instituciones, como el Centro de Integración Juvenil (CIJ), también atienden a migrantes de todas las nacionalidades, desde Salvador, Guatemala y Venezuela
La psicóloga Ana Lidia Ovando Gordillo, directora del CIJ, destacó que, en la población migrante, también hay consumo de alcohol generados por trastornos de depresión y ansiedad.
Destacó que en Tapachula, el cristal es una de las drogas que más consumen los jóvenes al ser más barata y accesible, por lo que cada vez hay más riesgos.
Por esto, se han dado campañas y jornadas para alumnos y padres de familia, con el fin de que conozcan los peligros de consumir drogas y sepan cómo reaccionar ante ellas.
Destacó que el cristal afecta principalmente a los jóvenes que están en una etapa vulnerable a nivel intelectual y emocional, por lo que se invita a los padres de familia a buscar ayuda si notan algún cambio en sus hijos.
AV