More había adquirido un beneficio especial que le prometía tener unos minutos de convivencia con Bam Bam , integrante de uno de sus grupos favoritos del K-Pop "GOT7", tras su concierto en el Pepsi Center de la Ciudad de México (CdMx).
La idea, contó a MILENIO, era participar en una ronda de preguntas y una dinámica llamada Hi Touch: una breve interacción que consiste en dar la mano o sólo saludar al artista (idol), y que también se presta para intercambiar algunas palabras. Pero la realidad fue completamente distinta a lo que ella se había imaginado; aquella interacción “no duró más de un segundo”.
“Pensé que iba a ser más lento o personalizado. (...) Pero a los segundos después (de haber pasado con Bam Bam) fueron de: ‘¿Ya? ¿Eso fue todo?’”.
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Interacción, el valor agregado de los conciertos
La industria del K-Pop ha logrado capitalizar experiencias para acercar al artista o los grupos con sus fans: desde videollamadas (fan calls) de máximo 90 segundos de duración, eventos especiales diseñados exclusivamente para interactuar (conocidos como fan meetings), firmar álbumes (fan sign) o para despedirlo después de un concierto (llamado send off).
Estas “estrategias de o” forman parte de las dinámicas de consumo que la industria del pop coreano fomenta entre las y los fanáticos de una agrupación o solista.
“Mueven a los fans, los organizan (...) y los provocan para que demuestren que realmente merecen ser llamados fans. (...) De fondo es la dinámica de consumo y lo que se ve es, aparentemente, el amor y la pasión que sienten”, explica la investigadora de la UNAM, Nayelli López Rocha.

Sin embargo, las condiciones y los procesos para acceder a cada una de estas dinámicas no son iguales. Las fan calls, por ejemplo, se suelen sortear entre las personas que adquirieron un álbum bajo el principio de que entre más piezas se adquieran, más oportunidades hay de ganar.
En tanto, experiencias de conciertos como los send offs, hi touch o soundcheck (que es acceder la prueba de sonido)— usualmente ofertados en los paquetes VIP— están ‘abiertas’ a cualquier persona dispuesta a pagarlo. Pero al ser una oportunidad de acercamiento directo con las o los idols, los costos pueden superar los 10 mil pesos (aproximadamente 35 salarios mínimos).
Y justamente son estas dinámicas las que refuerzan la “fuerte naturaleza de servicio” que Jong Wong Lee describe como la insignia de estos espectáculos: “Brinda a los consumidores un valor hedónico a través de la satisfacción emocional basada en la experiencia“, explica en un artículo de la Revista de investigaciones y Estudios de Servicios.
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Experiencias VIP cuestan lo de diez salarios mínimos
El paquete VIP que More adquirió para el concierto de Bam Bam se vendía por separado al de la entrada. Su gasto total fue alrededor de 4 mil pesos, una cifra considerablemente más económica en comparación al de “Black Pink”, por el que pagó casi 10 mil pesos ya con cargos, el boleto y la experiencia VIP.
Y aunque este último fue dos veces más caro que el de Bam Bam, el único ‘acercamiento’ que podía tener con las integrantes era en el soundcheck— a los cuales suelen acceder el 10% de asistentes totales, o incluso menos según el recinto—. Mientras que con el integrante de “GOT7” se le prometía un trato más personalizado por menos dinero.
Pero esta perspectiva de “barato” cambia si se compara con el salario mínimo. Bajo ese parámetro, el precio total que More pagó para ir al concierto de Bam Bam equivale a aproximadamente 14 veces el salario mínimo actual (de 278.80 pesos al 2025); mientras que el de Black Pink corresponde a alrededor de 35 salarios mínimos.

En otros casos como el del grupo Stray Kids la venta de un boleto en la zona PIT (una de las más cercanas al escenario) más el beneficio VIP (que incluía el soundcheck y otros productos exclusivos) superaba los 11 mil pesos, es decir, casi 40 salarios mínimos.
Esos mismos beneficios hubo en el paquete más caro del concierto Twice, con la diferencia que su costo ascendía a los 16 mil pesos, alrededor de 57 salarios mínimos. E incluso el paquete más exclusivo para el concierto de J-Hope (con al soundcheck y send off) se cotizó en 19 mil 167 pesos, equivalente a 68 salarios mínimos.

Altos precios por malas experiencias
El alto costo que cada fan invierte para estar más cerca de su idol no siempre garantiza una experiencia memorable.
Como ocurrió con More, los beneficios VIP para Bam Bam no se cumplieron tal cual lo habían planteado y los pocos que sí, remarcó la joven, se hicieron con una deficiente organización que hasta “sacó de onda” al propio artista.
“Los guardias de seguridad gritaban horrible. (...) Parecía tipo simulacro o desalojamiento de terremoto”, relató en la entrevista con MILENIO. “Se me hizo injusto porque siento que él (el idol) estaba incómodo. Y una como fan te estresas porque no sabes qué hacer. Lo recuerdo bonito por ese microsegundo, pero sí me da coraje”.
ASG