“Chespirito: sin querer queriendo” es lo más bonito que usted va a ver en este 2025.
Las señoras y los señores de MAX no han alcanzado a dimensionar el tamaño de joya, el tamaño de éxito, que tienen en sus manos.
Si así fuera, en lugar de estrenar esta serie hoy jueves dándole trato de “Max Original”, la hubieran puesto en domingo bajo el sello “HBO Original”.
Eso es estar ciegos. Eso es no entender que Chespirito no es un comediante mexicano más del montón. Es una de las más grandes glorias culturales de todo el continente americano comenzando por los mismísimos Estados Unidos.
Pero en fin, ése es su problema. No el mío. Yo lo que quiero es invitarla, invitarlo, a que por nada del mundo se vaya a perder esta experiencia a partir de hoy en MAX.
Yo sé, porque ya lo estoy viendo, que la prensa del corazón y los influencers no paran de ver esto como el más “suculento” de los chismes buscando la manera de ver cómo amarran navajas entre ciertas actrices y ciertos actores.
¡No! ¡No! ¡No! ¡Y mil veces no! “Chespirito: sin querer queriendo” es un gran acto de amor. Son las hijas y los hijos de don Roberto contando su historia.
Deje usted que Chespirito haya sido el genio que fue. ¿Sabe usted lo que es para cualquier hija, para cualquier hijo, meterse en el alma de sus padres? ¿Sabe usted lo que es para cualquier hija, para cualquier hijo, ventilar tantísimas intimidades?
No me quiero imaginar las sesiones de terapia. No me quiero imaginar las noches de llanto.
Usted, las millones de fanáticas y los millones de fanáticos de don Roberto en todo el planeta tenemos que darles las gracias públicamente a estas señoras, a estos señores, por semejante arrebato de generosidad, de valentía y de madurez.
Para cualquier hija, para cualquier hijo, hubiera sido muy fácil hablar mal de sus padres. Eso deja mucho dinero. Deja mucha fama.
Pero las hijas y los hijos del creador de “El Chavo” y “El Chapulín Colorado” hicieron todo lo contrario y, a pesar de eso, lo hicieron bien.
¿Se acuerda usted de la película “Cantinflas” escrita por Edui Tijerina y dirigida por Sebastián del Amo en 2014?
¡Todas y todos la amamos! ¡Estuvo hermosa! ¡Y triunfó! ¡Sigue en nuestros corazones!
Bueno, “Chespirito: sin querer queriendo” va por ahí. Cuando usted la mire no va a dar crédito del monumento de guiones, de la espectacularidad de la producción ni del talento de los directores, las actrices y los actores.
Ojo: aquí no importa si usted vivió los programas de Chespirito, si creció con la televisión ni nada de nada.
Importa que le guste la vida. Importa que le guste alimentar su alma. Importa que le gusten las series.
“Chespirito: sin querer queriendo” es mejor que “And Just Like That” tanto en forma como en fondo.
¿Ahora entiende por qué se la recomiendo? ¿Ahora entiende por qué no estoy de acuerdo con que la lancen los jueves como el típico subproducto latinoamericano que debe cumplir con una cuota de simpatía con los suscriptores que no hablan inglés?
Quiero felicitar públicamente a Bruce Boren, a Ricardo Costianovsky y a Tomás Darcyl por producir este gran homenaje a México.
Comienzo con ellos, tres de los muchísimos productores ejecutivos de esta joya, porque se nota que le invirtieron, que le trabajaron y que quisieron darnos algo excepcional.
Ojo con la expresión homenaje a México. Cuando usted mire completos los episodios de esta serie lo va a entender.
Yo, por ejemplo, siempre me he sentido orgulloso de ser mexicano. Después de ver “sin querer queriendo”, me siento mil veces más orgulloso.
¡Es una sensación de plenitud que no se paga con nada! ¡Es justo lo que quería sentir! ¡Es justo como me quería sentir! ¡Gracias! ¡Mil gracias! De corazón.
Y gracias a Paulina Gómez Fernández, a Roberto Gómez Fernández y a todas las personas que escribieron esta maravilla.
Esto no es el típico contenido biográfico que hemos visto hasta el cansancio en mil y un lugares. ¡No!
Pasan millones de cosas por capítulo. Comenzamos en una época. Brincamos a otra. Nos cuentan un asunto. Luego nos cuentan otro. Y regresamos. Y avanzamos más todavía.
Y quién sabe cómo le hacen que dan unas ganas sabrosísimas de llorar, pero de llorar de amor, de llorar de felicidad.
Si don Roberto Gómez Bolaños viviera, sería el hombre más feliz del universo al ver cómo lo leyeron sus hijas y sus hijos, al ver cómo los plasmaron todas estas y todos estos artistas. ¡Felicidades!
Si gusta, después en otra columna, me meto con los directores, las actrices y los actores. Me encantaría hacerles una entrevista larga.
Aquí está pasando algo muy lindo, algo calidad mundial, algo con importantes mensajes desde la perspectiva humana, histórica y de género.
Mate, de veras, mate por ver “Chespirito: sin querer queriendo” en MAX. Es lo más bonito que usted va a ver en este 2025. Se lo juro.