Periodismo: la profesión va por dentro

Café Madrid

Un testimonio desde España revisita las tensiones entre oficio y negocio, la polarización en los medios y el desafío de volver a escribir para los ciudadanos.

Esta es la mejor época para hacer periodismo y la peor época para vivir de él. Nunca como hoy habíamos tenido tanta libertad de expresión y tantas herramientas tecnológicas para hacerlo y difundirlo. Nunca como hoy, también, el negocio de las noticias ha tenido una crisis tan severa, la precariedad se ha instalado entre sus trabajadores y la gente ha dejado de creer y confiar en los medios tradicionales (sustituyendo así a los informadores por activistas “creadores de contenido”). Nunca como hoy, además, los periodistas se han dirigido en primer lugar al poder político o económico o a sus colegas de profesión, antes que a los ciudadanos. Por eso, si el periodismo no quiere desaparecer más le vale llevar lo que está en la calle a los medios. Porque el mensaje nace en el destino: uno trabaja para gente.

Pensé en todo esto después de escuchar el diálogo entre Iñaki Gabilondo y Luis del Olmo, las dos grandes figuras de la radio española, que se llevó a cabo el otro día en la Biblioteca Nacional de España donde, de mayo a diciembre de este año, se están dando cita los principales informadores del país en el ciclo titulado “Periodismo: la profesión va por dentro” para abordar el pasado, el presente, el futuro, los riesgos y las oportunidades del periodismo, luego de casi medio siglo de transición democrática y de libertad.

La revista The New Yorker publicó su primera edición el 17 de febrero de 1925. (Especial) arrow-circle-right

Desde los años ochenta hasta principios de este siglo, todas las mañanas Gabilondo y del Olmo eran los encargados de informar y entretener a millones de españoles. Ante los micrófonos de sus respectivas emisoras, Cadena SER (progresista) y Cope (conservadora) acaparaban, incluso, el interés de los corresponsales extranjeros que, cada tanto, recurrían a ellos para que les explicarán por qué la radio tiene un enorme peso político en España.

Este par de veteranos periodistas, ahora maestros de la profesión, eran rivales en una sociedad que siempre ha tenido dos modelos distintos, pero la competencia entre ellos fue sana. De hecho, una vez que Luis del Olmo fue al palacio de la Moncloa a entrevistar en directo al presidente José María Aznar, le dijo: “espero que así como nos ha recibido hoy a nosotros reciba algún día a Iñaki Gabilondo.” Aznar se quedó callado y del Olmo tuvo que aclarar que ese silencio no se debía a ninguna falla técnica. En ese entonces, el presidente tenía vetados a los medios del Grupo Prisa (Cadena SER y El País) y al llegar al final de su mandato jamás atendió a Iñaki Gabilondo. “¿Cómo es posible que un político elegido por los ciudadanos se rehúse a responder preguntas en el programa de radio más escuchado del país que gobierna?”, se preguntó Gabilondo en la charla. “Bueno, ahora eso ya es lo normal. Ponen un tuit o un vídeo en sus redes y ya está. No suelen dar entrevistas”, replicó Luis del Olmo.

Hablaron también de la importancia que se le da la opinión en detrimento de la información, “lo que contribuye a que haya siempre dos bandos”, y de que hoy en los medios hay más opinadores que reporteros, “porque es más barato”. Mientras ellos desgranaban sus argumentos, a mí se me vino a la mente la gravedad de que la crisis de la democracia esté coincidiendo con la crisis del modelo de negocio del periodismo. En España, como en casi todo el mundo, los políticos están inmersos en una guerra con el contrario y se han olvidado de trabajar a favor de lo común (porque casi siempre sus combates no son los nuestros). Pero tal vez el problema no es que los políticos actúen así. El problema es que los medios sean únicamente la cadena transmisora de esos comportamientos. Alguien dice algo y se difunde sin más. Y, para colmo, al día siguiente se recoge la respuesta del adversario y también se publica sin verificar y con los insultos que contenga.

Todo esto contribuye, claro, a la polarización emocional o democracia sentimental de nuestros días (Manuel Arias Maldonado dixit): me emociono y luego decido, primero siento y luego pienso. Y así, desde la superficialidad, se van conformando regímenes de todos signos políticos que pueden derivar en tiranías. Iñaki Gabilondo y Luis del Olmo vivieron la dictadura de Franco, supieron aprovechar la llegada de la libertad y ahora que la profesión se ha dejado arrollar por la política son más necesarias que nunca la honestidad, la independencia y la decencia para que la gente vuelva a valorar el periodismo.

AQ

Google news logo
Síguenos en
Víctor Núñez Jaime
  • Víctor Núñez Jaime
  • Es reportero y escritor. Sus trabajos, en todos los géneros periodísticos, se publican en los principales medios del mundo hispano. Es autor de libros como Los que llegan. Crónicas sobre la migración global (Debate) y ha sido galardonado, entre otros premios, con el Internacional de Periodismo “Mario Vargas Llosa”, el Premio a la “Excelencia Periodística” de la Sociedad Interamericana de Prensa o el “Rey de España” que otorga la Agencia EFE. Escribe en Laberinto desde hace dos décadas.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados. <br> Más notas en: <a class='nd-disclaimer-base__ft-link' href='/cultura/laberinto' target='_blank' rel='nofollow'>/cultura/laberinto</a>
Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.
Más notas en: /cultura/laberinto