Pecadores (Sinners, en inglés) advierte al inicio algo que estallará en su momento: hay músicos que, tocados por el espíritu, rompen espacio y tiempo. Su ánima une culturas y mundos: una mujer en kimono baila el soul. En lo alto parece incendiarse el granero, los antepasados de Benin han venido a bailar.
En esta bacanal de amor, fraternidad y música aparecen… vampiros. Es así como lo que originalmente parece un western en la película de Ryan Coogler (conocido por manejar capas simbólicas en Black Panther) termina por volverse un drama existencial en que el héroe Preacher Boy tiene que enfrentarse al racismo estructural en los Estados Unidos: ¿Cómo fue que los irlandeses, con su catolicismo rebelde, su historia de persecución y lo poderoso de una música que abre, también, canales sensibles se hayan dejado cooptar por el Ku Klux Klan?
Estos hombres y mujeres que, textualmente, morían de hambre en Irlanda se vieron envueltos, ya en Estados Unidos, en ese extraño fetichismo que ve en el cabello rubio y los ojos azules símbolos de un ser superior.
- Te recomendamos Una sesión de jazz con Murakami Laberinto

Pero la lectura de Coogler no aburre siendo didáctica. Si uno se fija bien, los irlandeses que aparecen en la fiesta que Los Gemelos han organizado como enfrentamiento musical entre Preacher Boy y un viejo que sabe de soul, también son víctimas del Sistema Mundo que produjo el régimen de esclavitud más injusto en la historia humana. El de Estados Unidos. Y claro, de ahí hay un salto a este modelo que ahora nos quieren vender.
Pero lo dicho, Ryan Coogler no pontifica ni habla mal de nadie. O no abiertamente. Pero cuando se revela quien está detrás del ataque a esta fiesta en que negros y orientales danzan y se dejan llevar por el espíritu de la guitarra de Preacher Boy, todo comienza a adquirir sentido. Y, es más, el símbolo del vampiro como encarnación contaminante de un mal metafísico se reconstruye, como debe ser.
La banda sonora de Ludwig Göransson no es un acompañamiento, lucha musicalmente contra todo confort. Invita a bailar y a pensar en la posibilidad de un hombre libre de este sistema absurdo que sustentó el racismo como ciencia y religión. La actuación de Michael B. Jordan con su gemelo, hermanos rudos que negocian en torno a la zona del Mississippi, es genial, sí, pero se ve superada por la de Miles Caton, el inocente Preacher Boy, el muchacho que ha sido tocado, sin querer, por el espíritu de la música y, justo por eso, termina viéndose envuelto en esta aventura bizarra que ha conseguido lo que no pudo hacer Tarantino en Del crepúsculo al amanecer: una película inteligente, irónica, chistosa. Hermosa y profunda a la vez.
Este héroe, el Niño Predicador, no sólo tiene que enfrentarse con el Klan, perder la virginidad y matar a un par de vampiros. Tiene que enfrentar sobre todo la decisión existencial de seguir tocando esa música que abre mundos que enloquecen en el peor y en el mejor sentido de la palabra o adaptarse a un sistema en que el racismo es estructural.
Pecadores es una de esas películas que uno puede ver para entretenerse, pero sobre todo si uno está en la edad de las decisiones difíciles; si uno tiene entre 11 y 17 años, encontrará que la lucha contra el vampiro que establece Preacher Boy es en verdad la lucha entre el arte y la mediocridad. Por eso está bien que sea una obra que cruza escenas clásicas de zombies (George A. Romero estaría fascinado) con todo el simbolismo de un vampiro que, ante esta película, quedó frívolamente dibujado en el Nosferatu de Robert Eggers.
¿Dónde puedo ver la película Pecadores?
La película de Ryan Coogler, protagonizada por Michael B. Jordan, se encuentra disponible en cartelera y cines comerciales de México.
Pecadores
Ryan Coogler | Estados Unidos | 2025
AQ