Junio de 2024 dejó una huella indeleble en la historia del sur de Tamaulipas, porque inició con el Chairel seco, en medio de una crisis hídrica sin precedente, y terminó con el vaso abastecedor de agua potable desbordándose.
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“Debe ser recordado como el mes donde llegamos al nivel más bajo registrado en el sistema lagunario y también al nivel más alto”, dijo entonces el especialista en temas hídricos, Gabriel Arcos, hoy titular de Comapa Altamira.
Hace un año, cerca de 900 mil habitantes de la zona vivieron una sequía apocalíptica, después de no llover en poco más de ocho años. El Chairel cayó a un 1% en su capacidad de almacenamiento, condenando a la población a padecer escasez, días sin una gota de agua en sus hogares o recibirla de consistencia “chocolatosa”.
Comapa Sur enfrentó un reto sin precedente en su proceso de potabilización debido a la turbiedad del agua, al absorberse sedimentos del fondo del vaso lacustre.
A través de los ríos Mante en Tamaulipas y Tampaón en Ébano San Luis Potosí, agricultores aceptaron ceder temporalmente agua de sus distritos de riego para dar a la zona respiración de boca a boca y resolver así el abasto público urbano en tanto llegaban las lluvias o se bombardeaban nubes.
“Esto que está pasando aquí, se puede convertir en un infierno y no queremos llegar a eso”, advertía el secretario de Recursos Hidráulicos, Raúl Quiroga, al pedir a la ciudadanía un uso responsable de la escasa agua disponible.
Bloqueos de vialidades con colonos protestando por la falta de agua, tandeos, pipas con enormes filas de gente buscando desesperadamente llenar sus cubetas, sobredemanda y escasez de agua embotellada, se hizo parte del paisaje urbano, mientras Conagua y el gobierno estatal, vigilaban que en el río Guayalejo no siguieran las históricas extracciones ilegales del recurso hídrico, práctica que a la fecha continúa.
Ambientalistas exigieron declarar zona de emergencia, en tanto los sectores productivos sufrían el impacto económico de la crisis hídrica, que sacudió con énfasis a la industria instalada en Altamira, porque las plantas realizaron paros y las pérdidas en dólares fueron millonarias.
¿Cuándo terminó la sequía en Tamaulipas?
La crisis terminó cuando llegó la tormenta tropical Alberto el 20 de junio y en cuestión de días volvió a la vida el sistema lagunario, cuyos afluentes tributarios le descargaron grandes volúmenes de agua. Esta inyección hídrica colocó al Chairel en su nivel más alto de los últimos 25 años.
Después dejó agua en la región la tormenta Chris, y ya para septiembre del año pasado, el Chairel había alcanzado un 140% de su capacidad y estaba derramándose.
Sin embargo, para marzo de 2025, el nivel del sistema lagunario ya era de 102%, y el pasado viernes 6 de junio su llenado alcanzó un registro de solo 81.5%, de acuerdo con el monitoreo de Conagua en la escala hidrométrica de la bocatoma de la planta Altavista de Comapa.
Esto significa que actualmente tiene 551 millones de metros cúbicos y una altura de 72 centímetros, cuando su nivel máximo de aguas ordinarias es de 676 Mm³, con una elevación de un metro sobre el nivel del mar. Pero hace un año tenía tan solo 6.6 Mm³ y un nivel de -88 cm.
Cabe destacar que el registro a la altura de la Casa de la Naturaleza de Tampico, ya era este domingo ocho de junio de 2025 de 0.66 metros en su nivel, lo que refleja también que el volumen del sistema lagunario conserva una marcada tendencia a la baja.
De acuerdo con el especialista en temas hídricos, Refugio Delgado Delgado, si se eliminaran azolves, proliferación de tule y lirio acuático que ocupa y disminuye la capacidad de almacenamiento, se lograría que el sistema Chairel pudiera albergar un volumen mucho mayor de agua.
¿Cuál es el estado actual del sistema lagunario?
En opinión del ambientalista José Luis León Hurtado, la crisis hídrica del año pasado dejó grandes enseñanzas y retos importantes, pero estima que el estado actual del sistema lagunario del sur sigue representando un foco rojo, pues continúan descendiendo sus niveles y ello puede abrir la puerta a otra situación compleja de escasez.
Estima que hay que darse prisa con proyectos como el Dique Moralillo por parte del gobierno estatal y la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales que fue un compromiso de la industria instalada en Altamira, para poder procesar el 100% de las aguas negras que se generan.
Roque Montiel, del organismo Ciudadanos Conscientes en Acción por México, destacó que no se aprendió la dolorosa lección que dejó la crisis de 2024, porque no se aceleran acciones de infraestructura para evitar que grandes volúmenes de agua se sigan desperdiciando yéndose al mar.
Considera que hay que apurarse pues el año pasado la naturaleza fue benigna a través de los fenómenos meteorológicos que llegaron, pero con el cambio climático todo es incierto y no descarta otra crisis hídrica en 2026.
