Las amenazas a Óscar Arnulfo Romero se consumaron en la tarde del 23 de marzo de 1980, cuando una bala de .22 milímetros atravesó su pecho mientras oficiaba una misa en la Capilla del Hospital Divina Providencia, ubicada en la capital de El Salvador.
El disparo terminó con la vida del clérigo que dio voz a las víctimas de las represiones militares y los asesinatos del gobierno de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA); lo cual, a su vez, le costó ser desprotegido, rechazado y criticado por el propio Vaticano, incluso después de su muerte.
El dato...¿Cómo es el proceso de canonización?
Se inicia a solicitud del Obispo diocesano y el Postulador de la Causa, quienes presentan ante la Congregación para las Causas de los Santos, en la Santa Sede, un informe sobre la vida y las virtudes de la persona.Una vez aprobado, pasa a ser Siervo de Dios y continúa con la etapa para ser "Venerable", la cual comprende de cinco etapas: Proceso sobre la vida y las virtudes, proceso de los escritos, expedición del "positivo", discusión del documento y el decreto para ser considerado "Venerable".
Acto seguido, se somete al proceso de Beato para examinar las gracias y favores pedidos a Dios, así como la realización de un milagro realizado por la persona. Y finalmente llega a la etapa de "Santo", en el cual se analiza un segundo milagro realizado después de la beatificación.
De aprobarse, se cierra con la Ceremonia de Canonización.
El ímpetu de Arnulfo Romero suscitó en una época de profundo rechazo a la Teología de la Liberación: un movimiento surgido en 1960 y cuyas defensas a los marginados y críticas a las estructuras de opresión generaron tensiones en el seno de la Santa Sede, donde era considerado una amenaza para la unidad de la Iglesia.
Pese a ello, el arzobispo no dudó en llevar hasta los oídos del Sumo Pontífice lo que ocurría en su país: lo hizo en 1978 en los últimos meses de vida del Papa Pablo VI, quien se limitó a ofrecerle palabras de ánimo y fortaleza. Pero su muerte, el 6 de agosto del mismo año, dio paso al pontificado de Juan Pablo II y, con ello, una nueva y tortuosa visita del salvadoreño a Roma en 1979.
El regaño de Juan Pablo II
Según narra la periodista María López Vigil en su libro “Monseñor Romero: Piezas para un retrato”, la Curia Romana no confirmó la audiencia que Romero había solicitado anticipadamente con Juan Pablo II. Ante ello, al día siguiente madrugó para hacer fila junto a decenas de feligreses que esperaban ansiosos por estrechar la mano del pontífice polaco. Pero él no se conformaría con un simple saludo.
“Soy el arzobispo de San Salvador, necesito hablar con usted”, le dijo al Santo Padre, con quien logró concretar la reunión para el día siguiente, sin imaginarse que saldría decepcionado de aquel encuentro.

Arnulfo quería conmover al Papa, recuerda Vigil, pero obtuvo todo lo contrario.
El arzobispo llegó al despacho papal con una caja llena de panfletos y recortes de periódicos que evidenciaban la persecución de la que era víctima en El Salvador, sin embargo, Juan Pablo II no mostró interés alguno en sus denuncias: “Monseñor, aquí no tenemos tiempo para leer tantas cosas. No venga aquí con tantos papeles”, le dijo.
Ante la indiferencia del Sumo Pontífice, Romero sacó de la caja la fotografía del cadáver del padre Octavio Ortiz, quien fue asesinado durante un operativo militar que las autoridades anunciaron como “una misión contra una sede guerrillera”.
Pero no había manera de conmoverlo. Por el contrario, no sólo puso en duda la reputación de Ortiz, sino que instó al salvadoreño a llevar una relación armoniosa con el gobierno: “Ese gobierno está matando al pueblo y a la iglesia le toca estar con el pueblo, no con el gobierno”, le respondió Romero. En otras palabras, el Vaticano le había dado la espalda.
“Salí convencida de que lo iban a matar. Lo van a matar, está solo”, recordó la periodista.
Francisco y la reivindicación del Vaticano
Una investigación de la Comisión de la Verdad para El Salvador de las Naciones Unidas (ONU) descubrió que el crimen fue concebido y coordinado por oficiales del ejército, siendo Álvaro Saravia, antiguo Capitán en las Fuerzas Aéreas del país, y Roberto D'Aubuisson los principales involucrados. Sin embargo, nadie fue enjuiciado ni sentenciado por el homicidio.
En tanto, otro esfuerzo para reivindicar a Arnulfo Romero se llevaba desde El Vaticano con la solicitud de canonización— es decir, nombrarlo un Santo— del que ya era considerado el sacerdote católico más venerado de El Salvador. Y si bien este nombramiento llegó antes que la justicia, el proceso fue obstaculizado por las alas conservadoras de la Iglesia Católica, justamente, debido a que lo asociaban con posturas de izquierda.
El dato...¿Cómo es el proceso de canonización?
Se inicia a solicitud del Obispo diocesano y el Postulador de la Causa, quienes presentan ante la Congregación para las Causas de los Santos, en la Santa Sede, un informe sobre la vida y las virtudes de la persona.Una vez aprobado, pasa a ser Siervo de Dios y continúa con la etapa para ser "Venerable", la cual comprende de cinco etapas: Proceso sobre la vida y las virtudes, proceso de los escritos, expedición del "positivo", discusión del documento y el decreto para ser considerado "Venerable".
Acto seguido, se somete al proceso de Beato para examinar las gracias y favores pedidos a Dios, así como la realización de un milagro realizado por la persona. Y finalmente llega a la etapa de "Santo", en el cual se analiza un segundo milagro realizado después de la beatificación.
De aprobarse, se cierra con la Ceremonia de Canonización.
Finalmente, la ‘justicia divina’ para el obispo de El Salvador llegó hasta 2015—35 años después de su asesinato — durante el pontificado Francisco, quien ratificó su martirio y, con ello, preparó el camino para su canonización. Una decisión que formó parte de los esfuerzos del Papa argentino por reivindicar a una Iglesia Católica consternada por el éxodo de fieles.
“El obispo de El Salvador que fue asesinado, sentenciado, o más bien, regañado por Juan Pablo II y que no fue protegido por el Vaticano. Y lo que hace Francisco lo reivindica, reivindica figuras, la gente, da apoyos sociales”, explicó el investigador Felipe Gaytán Alcalá a MILENIO.
Así, el 14 de octubre del 2018 decenas de miles de feligreses, en su mayoría salvadoreños y latinoamericanos, abarrotaron la Plaza de San Pedro para atestiguar la ceremonia para declarar como santo a Óscar Arnulfo Romero: el religioso que pagó con su vida la lucha por los pobres y las víctimas de la violencia.
“Monseñor Romero, que construyó la paz con la fuerza del amor, dio testimonio de la fe con su vida entregada hasta el final”, escribió Francisco.
ASG