Mi corazón estalla en agradecimiento, en amor y en empatía hacia ti, tus compañeras y compañeros de la serie “The Handmaid’s Tale” de Paramount+.

Tú no me conoces, jamás te he entrevistado ni hemos coincidido en alguna fiesta.
Eso está bien porque me permite mantener una distancia. Eso está increíble porque me permite ser como cualquier espectador, porque impide que me decepcione, porque me permite creer en ti, en tu magia.
Te juro que “The Handmaid’s Tale” es uno de los mejores contenidos que he visto en mi larga vida. ¡Y mira que soy un animal de televisión, un adicto, un hombre que ha visto todo lo que ha podido!
Hoy miércoles 4 de junio es un día particularmente triste y doloroso para mí. Hoy, de este lado de la frontera, sube el último capítulo de la última temporada de tu serie.
No tienes una idea de lo mucho que te voy a extrañar. No tienes ni una maldita noción de la falta que le vas a hacer a mi alma.
Tú eras mi Juana de Arco. Tú eras mi Revolución Mexicana. Tú eras mi 8M.
Me da mucho miedo que justo ahora que las ultraderechas están ganando terreno en tantísimo lugares, tu legado se pierda, que se diluya, que se consuma y se olvide como se están consumiendo y se están olvidando tantas cosas.
Me da pánico ver que el final definitivo de “The Handmaid’s Tale” coincida con el nacimiento de Gilead en el mundo real.
Es como si se tratara de un acto de censura, de odio, de represión. Una pésima broma del destino que convirtió en realismo lo que de origen era una distopía.
¿Ahora entiendes por qué me siento tan mal? Independientemente de lo que millones de personas van a poder ver a partir de hoy en México y en toda Latinoamérica, queda una sensación de agobio.
Sé que vendrán productos paralelos y que tus fanáticos no van a permitir que esto muera, pero nada volverá a ser igual.
Tú nos enseñaste a ver a las mujeres, así, en plural, como jamás se habían presentado ni en la televisión ni en el mundo del “streaming”.
Tú nos sensibilizaste sobre las violencias de género desde perspectivas que jamás habíamos visto o que jamás habíamos visto así, con tanta claridad.
Tú nos abriste los ojos, hiciste que entendiéramos las razones por las que las mujeres salen a tomar las calles, a quemar monumentos y a pelear por sus derechos.
Tú uniste a las mujeres y a los hombres de todo el mundo en un grito desesperado por la justicia, la libertad y la igualdad.
Hiciste arte en el peor medio para hacerlo. Trascendiste en un momento histórico donde la palabra desechable no alcanza a abarcar lo bajo que hemos caído.
Tú cambiaste la historia del cine y de la televisión como sólo ocurre muy de vez en cuando.
¿Ya te quedó claro por qué te estoy tan agradecido? Tú confirmaste la grandeza del poder suave. Tú le volviste a dar sentido a la televisión. Tú hiciste algo hermoso.
La gente que no vea tu serie completa desde el principio en Paramount+ será como la gente que se negó a leer a los autores de la Ilustración sa en el siglo XVIII.
La gente que no llegue hoy a la última escena del último capítulo de “The Handmaid’s Tale” en Paramount+ será como la gente que se negó a leer a Marx y a Engels a finales del siglo XIX y a principios del XX.
¡Gracias, querida Elisabeth! ¡Gracias por atreverte! ¡Por hacerlo! ¡Por ser incómoda! ¡Por ser profesional! “¡No dejes que los bastardos te opriman!”
Con todo mi amor, respeto y iración, Álvaro Cueva.