El ex abogado Hugo Aguilar Ortiz, mixteco originario de Oaxaca, ha hecho historia al convertirse en el próximo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), tras obtener 6,195,612 votos, la cifra más alta en la elección judicial nacional, según el INE.
Licenciado en Derecho y profesor en Derecho Constitucional, Aguilar ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de los pueblos originarios. Su llegada a la Corte no solo es simbólica por su origen, sino también por sus propuestas disruptivas.
Una de ellas ha generado amplio debate: ha declarado que no usará la toga magisterial, prenda obligatoria desde un decreto presidencial de 1941. Dijo que en sus recorridos por comunidades indígenas le pidieron que no se convirtiera en un funcionario tradicional.
Para él, esta decisión representa un acto de inclusión y ruptura con las formas tradicionales del poder judicial. Advirtió que su propuesta requiere reformas, aunque podría abrir un debate legal sobre la obligatoriedad del decreto y el equilibrio entre norma y simbolismo cultural.
Además, propuso “aplicar justicia in situ (justicia en el lugar), lo que implica establecer un diálogo directo con los pueblos indígenas involucrados en conflictos.
“Expandir el uso del amicus curiae”, figura que permite al tribunal escuchar voces especializadas o sociales que podrían no estar representadas en el litigio, fortaleciendo así la imparcialidad, profundidad y legitimidad de las resoluciones judiciales.
“Incluir la visión indígena en la impartición de justicia. Promover una justicia humanista y pluricultural. Y priorizar el diálogo con pueblos indígenas y afromexicanos”.
En cuanto a la toga, curiosamente en 1590, Galileo Galilei se burló de ella, considerándola un símbolo vacío de autoridad. Hoy, Aguilar retoma ese gesto, no desde la ciencia, sino desde la justicia, como un acto de resistencia simbólica frente a las formas tradicionales del Poder Judicial.
En cuanto a la cuestionada toga, curiosamente en 1590, Galileo Galilei se burló de ella, considerándola un símbolo vacío de autoridad. Hoy, Aguilar retoma ese gesto, no desde la ciencia, sino desde la justicia.
