El homenaje a Oswaldo Sánchez dejó perlas

El evento por sí mismo arrojó varios aspectos para el análisis y para el recuerdo. 

Lo primero y más importante: una muy buena asistencia por parte de la afición (sobre todo aficionados de la vieja guardia) que pudieron revivir, en directo, recuerdos hermosos e imborrables, con futbolistas como Vuoso, Quintero, Oribe Peralta y Ludueña, por mencionar algunos. 

Hubo hasta lágrimas en los ojos de varios santistas. Es muy sencillo de entender el contexto: al ver sobre el campo del TSM a esas viejas glorias, irremediablemente se viajó al pasado, a cuando todo era felicidad, alegría y, sobre todo, cuando el Santos era protagonista y ganaba campeonatos. 

Eso se agradece porque la afición está muy necesitada de alegrías, de algo que les dibuje una sonrisa en los labios.

Y quiero seguir resaltando y homenajeando a esos aficionados de antaño; a los fieles, a los de siempre, a los que han estado en las buenas y en las malas durante años y años. 

Muchos siguen ahí y no se doblegan ante nada. Y miren que el triste andar de los últimos torneos ha invitado a tirar la toalla, a rendirse y optar por abandonar al equipo. 

Pero afortunadamente los fieles siguen ahí y nunca se rendirán. 

Seguirán comprando su abono y estarán en el Estadio Corona al pie del cañón, esperando que tarde o temprano llegue su recompensa tras tanto sufrimiento. 

Pues bien, todos ellos fueron los que disfrutaron de lo lindo con ese homenaje a Oswaldo Sánchez, quien aglutinó a un grupo de futbolistas ya retirados que le dieron a los laguneros una tarde muy linda y para el recuerdo.

Pero la afición del Santos no es ingenua y no se le olvidan las cosas: recuerda tanto las buenas como las malas. Todo eso lo tiene siempre presente, porque le santista tiene memoria. 

El santista sabe reconocer y homenajear a sus glorias, como también sabe reprochar a aquellos futbolistas que no se dejaron la piel en el campo. 

Así es: el aficionado del Santos tiene memoria. Lo que sucedió en el medio tiempo fue una verdadera perla, una joya que se debe guardar para siempre en la hemeroteca de la memoria.

El abucheo generalizado (todos sabemos a quién) fue masivo y brutal. 

Y es aquí donde se evidencia que el aficionado tiene memoria: no se olvida quiénes son los responsables del actual presente del equipo. 

La afición es como un dragón de mil cabezas que sabe echar fuego cuando es necesario, pero también sabe reconocer a quienes dieron el corazón por el equipo. 

El domingo fue una hermosa y calurosa tarde de verano que nunca se olvidará.

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Luis Miguel Rodríguez Cruz
  • Luis Miguel Rodríguez Cruz
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  • Columnista en La Afición desde Enero del 2009. Egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Información de Universidad La Salle Laguna, con Maestría en Educación por Universidad Interamericana para el Desarrollo.
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