Mañana se desfigura nuestra República

Para que te hagan justicia necesitas tener un abogado. El Estado te puede facilitar los servicios de un intercesor pero sus quehaceres no serán demasiado eficaces en tanto que estará sobrecargado de casos y no excesivamente motivado, a diferencia de los que reciben muy sabrosos emolumentos por atender a clientes con la cartera bien provista.

Podemos preguntarnos cómo estarán las cosas ahora que el pueblo (o, bueno, cierto porcentaje de los naturales de Estados Unidos Mexicanos), en pleno ejercicio de su soberanía (y de su sapiencia jurídica), decida quiénes son los que van a llevar los sumarios en los tribunales, en qué juicio procederán a citar jurisprudencia, cuándo se abstendrán del conocimiento de la causa o bajo qué condiciones concederán una prerrogativa a una persona o entidad.

Le toca, al referido pueblo, solventar en las urnas estas cuestiones pero, lo repetimos, una vez que sean elegidos los aspirantes que figuran ya en las papeletas (más de 800 cargos, entre señoras ministras y señores ministros de la Suprema Corte, jueces de los juzgados de distrito y de los tribunales de circuito) el futuro de nuestra justicia parece un tanto incierto, así sea que no vivamos ahora en el mejor de los mundos ni mucho menos.

Va a tener lugar una elección en la que buena parte de los aspirantes han sido ya seleccionados, miren ustedes. A muchos les cerraron las puertas simplemente por ser ya parte del aparato judicial en funciones y otros magistrados de ejemplar trayectoria no quisieron participar en el proceso.

Así las cosas, en las listas figuran, salvo honrosas excepciones, sujetas y sujetos bendecidos por el oficialismo y, por lo tanto, perfectamente dispuestos (y dispuestas, ya ven ustedes lo latoso que es el mandato de acordar el género cada vez que se aparezca una figura femenina en el escenario), a velar por los muy particularísimos intereses del partido gubernamental y sus valedores.

O sea, que con todo y que te ampare el mejor de los jurisconsultos, la batalla la tendrás muy seguramente perdida si es que las apetencias de papá Estado llegan a colisionar con tus utilidades y provechos.

No sólo eso: mas si osare un extraño juez profanar con su dictamen las pavorosas inculpaciones que haya podido fraguar el supremo poder, entonces intervendrán los inquisidores de casa, los comisarios de la criatura recientemente concebida por doña 4T, el Tribunal de Disciplina Judicial, para ponerlo en su lugar a punta de sanciones, de una posible defenestración o, llegado el caso, de las correspondientes penas corporales, previo proceso conducido, a modo, por los antedichos fiscales.

Lo de mañana no es un ejercicio democrático: es un muy astuto y taimado montaje para acabar con la república de los jueces —el último baluarte que teníamos los mexicanos para contrarrestar las acometidas de la jerarquía reinante— y colocarnos, a todos, en la más inquietante indefensión.


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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