Hay seres que nos cambian la vida para bien a través de sus creaciones. Que no solo nos entretienen sino que nos hacen entender un tanto más nuestra humanidad a través del arte. En el caso del compositor William Finn, logró ese cometido de una manera única, valiente, delirante y fantástica. Y solo los nerds del teatro musical lo sabemos.
Sé que en México hemos visto poco de su trabajo sobre los escenarios. Aplauso a Ricardo Díaz y a todo el equipo de Spelling Bee, quienes a pesar de todo sí montaron este musical maravilloso aquí hasta 2017. Pero no hemos tenido aún una producción oficial de Falsettos, tres musicales que se hicieron uno y que crearon comunidad alrededor del mundo a principios de los 90.
“México no está listo para un musical sobre un padre que deja a su mujer por su novio”, “¿Ella se casa con el psiquiatra?”, “¿Jason, su hijo, es un genio que los trae locos a todos?”, “¿Todo esto ocurre cuando el sida arrasaba sin control y sin un nombre claro?”, “¿Quién quiere ver eso?”, me respondieron muchos de los que hacen teatro en México ante mis insistencias. “¡Es que nada me hace reír y llorar más que la música y las historias de William Finn!”, reiteré y seguiré siempre reiterando a quien esté dispuesto a oírme. Por y para siempre. Ya se nos hará ver su teatro y escuchar su música aquí, algún día.
William Finn dejó este mundo el pasado lunes y con eso el corazón roto de quienes siempre le agradecemos lo que hizo por nosotros. En 2016, cuando reestrenaron Falsettos en Broadway, tuvimos la oportunidad de
verlo en los premios Tony y decirle lo que significaba su trabajo para nosotros. Hoy más que nunca, sin importar todo lo que ha cambiado, necesitamos eso que él nos brindó en sus letras. “Heart and Music”, siendo el mejor título para expresar eso ayer, hoy y por siempre.
