Un sistema electoral no es otra cosa que un esquema de reglas entrelazadas, que explican la forma en la que los votos se convierten en puestos de elección, al respecto hay muchos tipos de sistemas y cada uno de ellos produce un resultado distinto.
Por ejemplo, en los sistemas de mayoría un país se divide en muchos distritos, en donde en cada distrito el legislador con más votos lo gana todo y los perdedores se quedan sin nada, por ende, el resultado de estos sistemas es una sobrerrepresentación de unos pocos partidos y la sub representación del resto, por lo tanto se propicia la formación de hipermayorías, aunque estas sean artificiales, ya que el partido con mayoría tendrá casi siempre más escaños que los que le hubieran tocado con el porcentaje de los votos recibidos.
En cambio, los sistemas de representación proporcional son más fieles a los votos populares, ya que los escaños se distribuyen con base en el porcentaje de sufragios que recibe cada partido, por ello, países como Holanda o Israel tienen la representación más cercana al voto popular.
Hay otros sistemas mixtos como el de México, en donde tenemos 300 distritos de mayoría y 200 de representación proporcional, cuando en teoría la representación proporcional debería aligerar la sobrerrepresentación y subrepresentación de los partidos, sin embargo, como el umbral constitucional es del 8% para arriba o para abajo, es tan amplio, que en la práctica estamos más cerca de un sistema de mayoría.
En dicho contexto es importante poner sobre la mesa la posibilidad de impulsar un cambio constitucional para que el sistema electoral sea más cercano a la voluntad popular y no se generen hipermayorías artificiales, porque de lo contrario nos vamos a enfrentar a lo que está pasando en este momento, en donde con el 53% de los votos una coalición obtendrá el 72% de la cámara de Diputados, mientras que el resto de los partidos con el 47% de los sufragios, apenas tendrán el 28% de los diputados.
@victorsanval
