Imagine que se realiza en un país de Asia una elección legislativa, en donde vota el 13% de la población, en la cual más del 20% vota nulo o deja en blanco las casillas, donde la mayoría de los electores utiliza acordeones para auxiliarse en el proceso de votación y ganan las personas que aparecían en esos acordeones.
Parto de un ejemplo ficticio precisamente para quitar la carga emotiva e ideológica, porque a veces por querer apoyar a los políticos en los que muchas personas creen, por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador o Claudia Sheinbaum Pardo, validamos situaciones, que de otra forma reprobaríamos.
Es decir, al tomar el escenario ficticio, resulta claro, que tan bajo porcentaje de votación difícilmente permite afirmar que dichas elecciones son resultado de lo que desea la mayoría, porque ni siquiera la cuarta parte de la población acudió a expresar su voluntad. De hecho, es la elección con menos participación en la historia moderna de México y también es la que más votos nulos ha registrado.
Ayer veía un video colgado en la red Tik Tok en donde un juez actual, que participó en la elección, reconocía que los resultados no le favorecieron, pero se mostraba extrañado en el hecho de que la persona que le ganó no repartió volante alguno, no hizo ninguna publicación de redes sociales o participó en algún conversatorio, en resumen, no hizo campaña y aun así le ganó de forma aplastante. Y la cuestión es que no necesitaba hacer campaña, esta persona que ganó se aseguró de aparecer en los acordeones correctos y aunque nadie lo conociera en realidad eso fue suficiente para triunfar.
Ese fue el gran problema de la elección judicial, que aunque se dice que los ciudadanos elegimos a las personas juzgadoras, la realidad es que las cúpulas partidistas determinaron quienes llegaron, porque la elección a casi nadie le interesaba y era tan complicada, que los ciudadanos que no fueron acarreados por alguna estructura no entendían la misma.
