Referirse a la tragedia de Teuchitlán en plural es ir más allá de la atrocidad ocurrida en la fina de aquel municipio jalisciense, que de por sí es una muestra de lo inhumano y de lo más bajo a lo que han llegado quienes perpetraron tan sanguinarios crímenes, esa es la parte más cruel, la muerte, la tortura, el crimen, la impunidad y con ello la protección de la autoridad, Teuchitlán es consecuencia de un modelo social que le arrebató a millones de jóvenes las oportunidades de estudiar, de trabajar, de acceder a la cultura y al deporte, un modelo que desvalorizó y pulverizó a las familias y puso como ofrenda a esa juventud desesperada y desesperanzada como ofrenda al crimen organizado.
Durante décadas los gobiernos se dedicaron a convertir derechos sociales en mercancías, quienes pudieran comprar salud y educación para sus hijos lo hacían y los que no, quedaban excluidos sin posibilidad de acceder al conocimiento, el regulador era el mercado por encima del Estado, y éste reduciendo gradualmente sus capacidades y responsabilidades sociales, la población a la deriva aumentando las brechas de desigualdad y ampliando los segmentos poblacionales de la pobreza.
Esos gobiernos neoliberales no solo aplicaron el modelo que se les dictó desde el extranjero para reducir las responsabilidades sociales del Estado, que de por sí el modelo económico es por sí solo un generador de pobreza y desigualdad social, aunado a ello su implementación en México tuvo agravantes en una descomunal corrupción en la que las proporciones del saqueo indiscriminado en cada ámbito de gobierno arrebatando presupuesto para la infraestructura social, sin escrúpulo alguno y sin medir las consecuencias que hoy padecemos y se materializan como en esta tragedia de Teuchitlán Jalisco.
Pero hay tragedias adicionales derivadas del mismo acontecimiento que de por sí es más que doloroso, otra de las tragedias es esa actuación mezquina y llena de bajeza que proviene de actores políticos con la degradante pretensión de querer sacar utilidad política a la desgracia y al dolor ajeno, pretender utilizar políticamente la tragedia para tratar de reivindicar su situación política y electoral de la oposición repartiendo culpas como si en esa entidad no tuviesen historial y vigencia de gobierno la oposición que se ha resistido a coordinarse en materia de seguridad con la federación para evitar precisamente ser vigilada de cerca en su asociación con grupos de la delincuencia organizada.
Esa es la otra tragedia, exactamente como quedó demostrado con García Luna de tener la responsabilidad de garantizar la seguridad pública de la población pero ser parte de la delincuencia organizada y el cinismo de emprender campañas mediáticas para pretender hacer creer que no son ellos, que es la presidenta y el ex presidente y su partido de lo que el PAN y PRI y ahora MC han sido aliados y parte del crimen organizado, demostrado en sentencias judiciales y no en campañas como en la actualidad lo siguen haciendo.
Torpemente piensan que a estas alturas pueden engañar o confundir a la población, e insisten en sus campañas pretendiendo desprenderse de la culpa de haber sido narcopolíticos y haberse instalado en el poder en narcogobiernos, son ellos y la población está consciente y en plena convicción que lo son, con un vano pero inmenso y millonario esfuerzo de querer hacer pensar que no son ellos, son otros, y entre más agredan y ofendan a la presidenta y al ex presidente, más se les revierte, por eso y otros más factores, están en la agonía política y electoral a punto de la extinción.