Como ya saben, hoy se estrena el primer capítulo de Chespirito. Sin querer queriendo a través de Max, y espero que estemos preparados para lo que va a pasar alrededor de esta producción. Antes de que empiecen las intrigas, las opiniones sobre el rol de los personajes que conocemos bien en la vida real y todo lo que viene de la mano al narrar la historia del gran Roberto Gómez Bolaños, quiero dejar algo firme y claro: igual que con el Chapulín Colorado, el escudo de la serie es un corazón.
Fue profundamente emotiva y difícil de explicar la sensación de estar con todos durante la premier en el cine, porque es difícil hacer justicia a lo que nos cuentan, y a lo que pasa con nuestros propios recuerdos, al compartirlos así.
Hay que recordar lo que era la televisión en esos tiempos, y irar profundamente la disposición, el amor y la valentía de quienes vivieron eso en familia, al contarnos historias hermosas de creatividad y comedia, y a la vez ser claros y concisos con la parte falible del ser humano que fue el creador de
El Chavo, El Chompiras, El Chanfle, Chaparrón y tantas maravillas que empezaban con CH.
Sé que de eso hablarán muchos. Otros aprovecharán para demostrar lo que consideran “una superioridad intelectual” al ningunear lo que fue esta leyenda, cuando solo demuestran que nunca vieron a Chaplin o incluso a Capulina. Otros se quedarán solo con el inevitable chisme.
Por favor, aunque no sean fans de origen, no hagan eso. Dense la oportunidad de ver esta belleza, ambientada en un México que ya se nos fue y que siempre seguiremos anhelando.
La capacidad de hacer reír limpiamente es un milagro en estos días y, sin tristezas o pérdidas, la risa y la alegría igual no se aprecian igual. Por eso
Chespirito. Sin querer queriendo es una CH… ulada que no se deben perder.