• Les dicen mamás perrunas: crían, cuidan y celebran a sus perros como sus hijos

  • Cada vez más mujeres optan por no tener hijos, pero sí perros como si fueran parte de la familia. Su vínculo con las mascotas va más allá del cariño. Son madres interespecies.
¿Por qué cada vez más mujeres optan por tener perrhijos? | Especial

DOMINGA.– No tienen la nariz fría ni caminan a cuatro patas ni están cubiertas de pelaje, pero el amor que brindan a sus perros –dicen estas mujeres– es tan profundo y auténtico como el de una madre hacia su hijo. Aman a sus peludos con la misma devoción que si hubieran venido de su vientre. Ellas se autonombran “mamás perrunas”.

Llegan con sus padres y le dicen al perro “saluda a tu abuelo”. No tienen empacho en decir que prefieren tener “perrhijos” que hijos humanos, por mucho que se escandalice la gente. Ellas sólo encontraron en sus fieles amigos la esencia de la maternidad, incluso coinciden en que de sus perros han recibido el amor más puro e incondicional que no encontraron en los de su especie.

Hoy en día, las familias han adoptado diversas formas y las multiespecies es la última frontera. Como sociedad nos volvimos pet friendly, a nadie se le hace raro comer en un restaurante con perrito al lado, ni que se abra el elevador de una plaza comercial y haya un peludo en su carriola o pegadito a su humano. Es tendencia y se relaciona con que las generaciones jóvenes, los Millennials o Gen Z, están prefiriendo tener perro que hijo.

Vane y Mulán | Foto: Cortesía
Vane es veterinaria de 29 años, con especialidad en etología, su perrita Mulán fue rescatada del maltrato animal | Foto: Cortesía

“Algunos actúan como abuelos, otros son los jefes de la casa o incluso hermanos, y muchos se convierten en hijos”, explica Daniela Camino, comunicadora interespecies con más de 20 años de experiencia conversando con perros –sí habla con los animales, le transfieren sensaciones, emociones, sonidos, imágenes mentales–, comparte a DOMINGA su sabiduría sobre cómo los animales de compañía llegan a nuestros hogares para cumplir roles que los humanos necesitamos.

Los perros, en particular, son seres extraordinarios que pueden salvar a las personas de profundas depresiones. Un “perrhijo” no es sólo una mascota, es un compañero que satisface el deseo de maternidad de su humano, creando un vínculo especial entre ambas especies. Por amor, algunos perros eligen sentirse siempre como cachorros, mientras que otros asumen un papel más adulto, pero en todos los casos lo hacen llenos de devoción hacia sus humanos.

Daniela es una de las comunicadoras interespecies que realiza puentes entre las personas y todo tipo de animales; ha ayudado a mejorar la comunicación entre caballos y jinetes, tiene la habilidad de decir que siente física y emocionalmente a un animal y su consulta es tan útil que trata a animales a distancia y su página (interespecies.com) está saturada de citas que puedes hacer fila. Pero como dije antes, no es la única. Daniela tiene una escuela donde ha preparado a otros comunicadores con la misma habilidad y es que, según dice, todos los humanos tenemos esa capacidad pero la hemos apagado.

Por eso las mamás perrunas coinciden en que su relación con sus perros es más intensa que con su propia especie. “Estas familias interespecies han traído beneficios invaluables, ya que a través de ellos nos sentimos más conectados con los animales y la naturaleza. En un mundo donde la soledad puede ser abrumadora, la presencia de un perro nos recuerda que pertenecemos a algo más grande”.

“Nuestros perros y gatos nos ayudan a redescubrir quiénes somos. Al tratarlos como seres con emociones, cultivamos un vínculo entre dos especies distintas, pero unidas por un lazo espiritual. Este vínculo es terapéutico. Por eso, el amor que se siente por un perro puede ser tan intenso como el que se tiene por un hijo”, revela la comunicadora.

¿Las mamás perrunas pueden maternar?

Para Laura, Vanessa, Diana y Gabriela, sus perros significan mucho en su vida. Todas son mujeres exitosas, adultas jóvenes que reconocen estar “maternando” a sus perros y quererlos como si fueran sus hijos. A ninguna de ellas se le hace raro que un 10 de mayo las feliciten por ejercer la maternidad de esta forma. Pues han encontrado un amor incondicional en sus peludos: con ellos se sienten cómodas, amadas, respetadas, iradas y no juzgadas. Las cinco los defienden de quien sea y los protegen como lo haría una madre con su cría.

Laura y su perrhijo | Foto: Cortesía
La prioridad de Laura es Ramona, que al igual que muchos perritos, estuvo en circunstancias de abandono | Foto: Cortesía

Laura es una publicista y astróloga de 35 años sin hijos que vive en la colonia Nápoles de la Ciudad de México; una mujer independiente que mantiene sola su hogar y que decidió formar con Ramona, la perrita mestiza que adoptó hace tres años y a la que considera su gran amor. Es normal verla en los restaurantes de su colonia en compañía de Ramona. Saca a pasearla tres veces al día al parque y conviven ahí con sus amiguitos, otros perritos y mamás perrunas.

“La relación que tengo con Ramona va más allá de tener una mascota: es pura intuición e instinto. Aprendí a leer su lenguaje sin palabras, sé cuándo tiene hambre, se siente mal, quiere dormir o ya se quiere ir”, dice.
“Recojo pipí, popó y vómitos como toda una profesional. Me preocupo si la noto apagada, porque conozco su energía y sé cuándo algo no está bien. Si salimos de paseo, llevo más cosas para ella que para mí. Si viajamos, su maleta va primero. Si Ramona se enferma, le pago la consulta de mil pesos sin pensarlo. ¿Y yo?... Yo me voy a Farmacias Similares y con suerte me compro un suero”.

Ramona es su prioridad. Como lo hace una mamá con su hijo, su vida se ajusta a los horarios y hábitos de su perrita. Sabe que nació en Ecatepec y que de cachorra estuvo amarrada en un patio hasta que fue rescatada por una asociación y dada en adopción. Ahí cambió la vida de las dos.

La mamá perruna que sabe que es un animalito

Gabriela es una mujer exitosa en su carrera como investigadora de mercados, es guapa y sumamente sociable. La pandemia le cambió la vida. Después de 10 años de tener una vasta vida social de repente, se redujo todo al espacio doméstico y con ello inició un periodo de retiro involuntario que la obligó a repensar muchas cosas, si tener hijos o cualquier responsabilidad que signifique ocuparse de alguien más. Comenzó a trabajar desde casa, así encontró el espacio para sumar a un integrante, así Milo llegó a su vida.

Gaby y Milo | Foto:  Cortesía
Gaby es consciente de que Milo es un perro, lo deja jugar y actuar conforme a sus instintos. | Foto: Cortesía

“Después de una semana de buscar, encontré a Milo en un albergue. En cuanto vi sus ojos me enamoré de él. Y el universo, como primeriza, me regaló la fortuna de un perrito que nunca me dio problemas. Nunca se hizo adentro, no mordió ninguna de mis cosas y de alguna forma indescriptible respetaba mis espacios, pero al mismo tiempo estaba todo el tiempo cerca de mí”.

Milo es un perrito mestizo de talla mediana, aventurero y viajero que igual se sube a un avión, que a un yate o un auto para ir en carretera. Comenzó viviendo con Gaby en la Ciudad de México, pero después ambos se mudaron a Cancún, Quintana Roo.

“Hace cuatro años que decidí comenzar de nuevo en la playa, él me acompañó y durante todo este tiempo ha sido la mejor compañía. Me motiva a hacer planes con él y a buscar los espacios donde él también se sienta libre. ¿Por qué me considero mamá perruna? Creo que hay instintos que no podemos evitar. La maternidad es uno de ellos. Aunque decidí no tener hijos, y sigo convencida de ello, con Milo puedo sacar a flote estos sentimientos”.

Pero no se equivoquen, dice, “no pierdo la perspectiva de que es un animalito. No lo visto con ropa, no lo acuesto conmigo”. Respeta su condición de animal, lo deja jugar con las olas, mojarse, ensuciarse, explorar como lo que es, un perro. Aunque reconoce que la forma en que lo procura y protege es lo más cercano a la maternidad.

Una mamá perruna de concurso

Diana está casada con Cristian y juntos crían a Benji, el perro que consideran su hijo. Es un pit bull de cuatro años que además es de exhibición y considerado un perro de guardia y protección, de esos que concursan, de raza pura que se podría encontrar en tres mil dólares en el mercado de las competencias. Apenas este 2025 salió campeón con un tercer lugar nacional como perro guardián.

Benji además es el hijo que mueve toda la dinámica de la casa pues sus padres también son sus entrenadores. Benji llegó a las tres semanas de nacido. “Se dormía en mi cuello y cabía, yo no me movía en toda la noche para despertarlo, creo que no conoce otra mamá que no sea yo”.

Diana describe a su familia como una manada de la cual Benji es el líder. “Le damos amor, pero también le exigimos en sus entrenamientos, es campeón y me siento super orgullosa de mi hijo. Benji es el patrón y dueño de todo. No quiero tener hijos y mi maternidad está reflejada en mi perro”, dice a DOMINGA. “Si me enfermo, se preocupa, está pegado a mí todo el tiempo y es reconfortante sentirse así de querida”.

Diana y Bengy | Foto: Cortesía
Diana y Cristian, su pareja, crían a Benji como su fuera su hijo | Foto: Cortesía

De niña nunca soñó con casarse y formar una familia con humanos y mucho menos con perros, pero la vida la llevó por ese camino. “Mi familia es interespecie, mi perro me enseñó a ver la parte fiel de un animal, el amor incondicional, por eso le festejo su cumpleaños, me lo llevo a pasear, le confecciono sus disfraces, le tomo fotos y alimento su cuenta de Instagram. Le cocino y guardo su comida en tuppers para la semana. Mi amor es tan grande que si pudiera darle años de mi vida, se los regalaría.”

Las mamás de la Gen Z

Vane representa a las mujeres de la Generación Z que piensan que es más fácil tener un perro que un hijo, por diversas circunstancias han pospuesto la decisión a tal grado de no saber si algún día formarán una familia. Son chicas que van arrancando su independencia, que comienzan a desarrollarse como profesionistas y que en un perro encuentran ahora a un gran compañero.

Ella es una veterinaria de 29 años, con especialidad en etología –estudia el comportamiento animal relacionado con las emociones– y que además es amante de los animales y respetuosa con ellos. Vane es una chica autónoma que vive sola con su perrita Mulán, una mestiza rescatada de maltrato con la cual tuvo que aplicar todos sus conocimientos para quitarle todos los miedos.

“Aunque soy veterinaria y he aprendido mucho de lenguaje perruno, con Mulán aprendí que no hay estudios suficientes para comprender lo que viene desde el corazón y nuestra conexión va más allá de toda lógica porque está basada en amor puro”.
“Mulán me recibe todos los días como si fuera la primera y última vez que nos vemos, me saca a pasear todos los días, aunque esté triste o cansada, es como si descifrara mi estado de ánimo. Me ha enseñado una forma de amor que estoy segura no habría descubierto de otra forma más que con ella”, dice.

Vane confiesa que desconoce cómo es la maternidad. Pero se preocupa y desvela por Mulán cuando se enferma, la extraña si se va de viaje y hace videollamada o pide fotos para verla; le deja música si sale de casa, se siente orgullosa y la felicita mucho si se animó a saludar a un nuevo perro. Le suena que eso hace una mamá.

Alex y Berenjena | Foto: Cortesía
Con profundo pesar, las madres perrunas aceptan que la vida de los perritos es más corta que la de los humanos | Foto: Cortesía

Lo más duro: cuando el hijo se muere

Imagina que a una madre humana le pidieran aplicar eutanasia a su hijo de 14 años. Eso no pasa, pero en este caso, este es el miedo más grande de las madres perrunas: el poco tiempo que les duran sus peludos. Daniela, la comunicadora interespecies, considera que el dolor de perder a un perrhijo es real y profundo y que incluso se debe de tomar terapia para no caer en una depresión. “Hay que darles la libertad de irse y agradecerles lo que nos dieron”.

“Se vale quererlos como a un hijo pero debemos de estar conscientes que ellos tienen su linaje, sus ancestros y sus tiempos. El amor no tiene límites de especie, ellos tienen su propia historia. También hay que dejarlos ir y que los humanos sepan que una de las preocupaciones de los perritos es que sus madres no tengan más redes humanas en quien apoyarse. Ellos prefieren saberlas contentas, que salen, que tienen amigas, familia, amor, porque de esa forma la carga para ellos es menor”. Feliz Día a las Madres Perrunas.


GSC/LHM 


Google news logo
Síguenos en
Cinthya Sánchez
  • Cinthya Sánchez
  • Periodista y Productora de Contenido. La investigación de sus historias se ha contado en libros, documentales y series. Ha recibido Mención Honorífica en el Premio Nacional Rostros de la Discriminación
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Dominga es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados. <br> Más notas en: <a class='nd-disclaimer-base__ft-link' href='/dominga' target='_blank' rel='nofollow'>/dominga</a>
Dominga es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.
Más notas en: /dominga