Ciudad Juárez. Mientras que la CNTE estira la liga de la paciencia presidencial hasta mañana y los políticos echan mano de la trampa más básica de su años escolares (los que pisaron un aula, claro), el acordeón, hacia la elección judicial del próximo domingo, es saludable constatar que proliferan los encuentros literarios en múltiples puntos del país, como la doble cartelera reciente en Coahuila, con citas en Saltillo y Torreón dirigidas por Salvador Álvarez, y estos días la Feria del Libro de la Frontera en Ciudad Juárez, Chihuahua, organizada por Diego Ordaz.
El parque El Chamizal de esta ciudad, región alguna vez en disputa con Estados Unidos y devuelta en los años de Gustavo Díaz Ordaz, alberga el Museo de Arqueología e Historia, cuyas salas exhiben una combinación bien seccionada de materia prehispánica, antecedentes de autoridades, flora y fauna del sitio y de otros aledaños, sobre todo Paquimé, cultura que abarcaba lo que hoy son los municipios de Casas Grandes, Nuevo Casas Grandes, Galeana y Janos, cuyo esplendor máximo se alcanzó de 1200 a 1450 de nuestra era. Además, hay en curso una exposición de la pintora californiana Melissa Domínguez, mejor conocida como Dómino.
Este viaje en el tiempo nos lanza a una peculiar división de Norteamérica, que presenta las grandes porciones de tierra conocidas como Mesoamérica y Aridoamérica más Oasisamérica, una extensión que iba de las arenas de Sonora y Chihuahua, con una parte de Baja California, a Texas, Nuevo México, Arizona, Colorado, California y más al norte hasta Utah, cuyo desarrollo es tan antiguo como el fin del Pleistoceno, es decir, hace 12 mil años (había mamuts y tigres dientes de sable), y su despunte definitivo a partir del 500 antes de Cristo, cuando ya se puede hablar propiamente de “las culturas del desierto”.
En otra sala un nuevo bucle instala al visitante en Samalayuca, memoria en piedra, que nos lleva a acompañar a aquellos cazadores y recolectores cultivadores de una peculiar actividad, el arte rupestre, pues lograron atrapar en la roca grabados con imágenes relacionadas con el Sol y los astros, animales, plantas y expresiones espirituales que jugaban un papel importante, pero no solo eso: seres cuya morfología desata la imaginación, como uno que representa una figura aparentemente humana, pero con un cuello largo insólito, escoltado por otra que puede ser de un niño, o una más encontrada en la Sierra de la Candelaria con una especie de cornamenta y rodeada de otros personajes bípedos.
Si algún día visita Ciudad Juárez, no deje de pasar por el museo de El Chamizal, que cuenta además con una memoria fotográfica de alto valor arqueológico y artístico.
