¿Bodas de sangre en 2025?

En un mismo día oí estas dos afirmaciones: “Es absurdo montar Bodas de sangre en estos tiempos; no tiene nada que decir”; y “Todas las acciones del ser humano, en este tiempo aparentemente tan racional, están permeadas por las pasiones”.

En mi cerebro ambas ideas chocaron y me pregunté: ¿De verdad vivimos en una era dominantemente racional y textos como el de García Lorca han dejado de reverberar en la conciencia de las personas?

Un poco de historia:

Bodas de sangre fue escrita en 1931 por Federico García Lorca, quien la estrenó 2 años después en Madrid; y en 1938 tuvo su primera versión cinematográfica con la hoy mítica Margarita Xirgu como protagonista.

Desde entonces esta tragedia en verso y prosa ha tenido infinidad de puestas teatrales, cinematográficas, operísticas, televisivas…

En nuestro país hace apenas un par de años tuvo un estupendo montaje dirigido por Diego del Río con egresados de su Conservatorio de actuación.

Basada en un hecho real, esta tragedia es el retrato del ambiente opresivo, prejuicioso e intolerante que ya vivía la sociedad española en la década de los 30, y que se recrudecería durante la dictadura franquista.

Hoy, Bodas de sangre vuelve a la cartelera mexicana en una adaptación y dirección de Angélica Rogel, quien por derecho propio se ha colocado como una de las creadoras más sólidas de la escena mexicana.

Luego de ver el montaje dirigido por Angélica, la interrogante crece y me pregunto si de verdad la obra de García Lorca tiene algo que ver con un público aparentemente tan lejano en el tiempo y en el espacio. La respuesta contundente es SÍ, y las razones de esta rotunda afirmación son muchas y variadas:

La primera es que ese público original “tan lejano” no lo es tanto. De hecho yo diría que el de hoy es el mismo de aquel entonces: espectadores dispuestos a conmoverse con lo que ven en escena, que paradójicamente les muestra lo que se vive a diario en la realidad.

Bodas de sangre es una historia de pasiones desbordadas, de tradiciones rígidas, de soluciones absurdas, de enconos familiares, de destinos que no se pueden eludir… y esos temas no pasan de moda. Ahora, como hace un siglo, mujeres y hombres se enfrentan día a día a esos demonios. No importa ni dónde ni cuándo estén…. Siempre somos iguales.

La historia conecta al cien por ciento con la audiencia hoy… pero no sólo por la trama, sino también y especialmente por el montaje: ¡excelente!, de verdad ¡m-a-r-a-v-i-l-l-o-s-o!

Angélica es, y vuelve a mostrarlo, no sólo una gran directora, sino también una adaptadora, dramaturga diría yo, pues su versión es realmente estupenda.

Si bien la acción no sucede explícitamente en la actualidad mexicana, si lo es por sus modismos, música, situaciones…

A esto hay que sumarle un equipo creativo brillante en cada una de sus áreas: Javier Ángeles (escenografía); Patricia Gutiérrez (iluminación); Hans Warner (música original); Natalia Selingson (vestuario).

Y por supuesto la gran responsabilidad recae en el elenco, que hace un trabajo soberbio, lleno de fuerza, verdad, entrega… Ellos son Ángeles Cruz, Miguel Tercero, Ana Guzmán, Romani Villicaña, Eduardo Candás, Luz Olvera, Joan Santos y María Kemp.

¡Bravo a cada uno de ellos!

Bien dice que los clásicos no pasan de moda; a cada generación le impactan de manera diferente. Hoy que como bien lo dijo el maestro Luis Felipe Estrada: “las pasiones están en cada actividad humana” y el teatro lo muestra siempre.

Bodas de sangre se presenta de viernes a domingo en el Foro Shakespeare, en Zamora 7, a una cuadra del Metro Chapultepec. ¡No se la deben perder!


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Hugo Hernández
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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