Hace poco más de 30 años nació en la esquina de la avenida Río Churubusco y calzada de Tlalpan el Centro Nacional de las Artes, que alguien de poca fe definió en aquel entonces como “elefante blanco”; hoy, tres décadas después y acallando aquellas voces, el Cenart se levanta más vivo y activo que nunca.
A todas horas, el ambiente que se respira ahí es dinamismo puro, creatividad al máximo, búsqueda constante y pasión absoluta. Y he aquí sólo dos puestas en escena, como botones de muestra de ello.
LOS FRIDOS
En 1942, Frida Kahlo aceptó ser dar clases en La Esmeralda, la escuela de pintura más prestigiada de nuestro país. Según Hayden Herrera en su libro titulado sencillamente Frida, la llegada de la artista a la institución causó gran revuelo, pues por un lado era una mujer que muchos alumnos iraban; sin embargo, para otros era agresiva y desagradable.
Ese momento de la vida de la artista hoy mundialmente famosa es retomado por Clemente Vega en su obra Los Fridos, término que se acuñó para aquellos jóvenes que fueron sus alumnos.
Los Fridos es, sin exagerar, una maravillosa puesta en escena creada por talentosísimos jóvenes que son los protagonistas de la nueva ola que vive la escena mexicana.
Clemente Vega --quien además de autor es también director, diseñador del vestuario, la escenografía y el audio—debe tener 26 o 27 años a lo sumo, y es un ejemplo del talento, profesionalismo, preparación y entrega en nuestro teatro actual.
El texto, como bien se subraya al inicio del mismo, no tiene un orden cronológico. “se cuenta conforme se vayan acordando”, lo que lo convierte en una serie de viñetas que ilustran la relación de la pintora con sus alumnos.
No se trata de un relato biográfico. Aquí no importan, fechas, lugares o nombres completos y reales, sino el vínculo que se va creando entre maestra y estudiantes, pues no sólo actúa como docente, sino que también se muestra como amiga, como guía, como inspiración, como estímulo para esos jóvenes de entre 15 y 19 años, con los que compartió el aula.
Sin ser concretamente la vida de ninguno de ellos, por sus nombres –porque en la obra no se menciona ningún apellido-- se puede ubicar a esos Fridos como: Erasmo Vázquez Lendechy, Arturo Estrada Hernández, María de los Ángeles Ramos, Tomás Cabrera y Ramón Victoria.
Aunque es factible creer que el dramaturgo hizo un compendio de las vivencias de muchos de esos alumnos, y las concentró en esos cinco.
Aplauso para el también joven equipo creativo que se suma a Clemente para lograr este genial montaje: Daniela Espino (diseño de iluminación); Fernanda Cuéllar (maquillaje), Santiago Moreno (peinado).
Y por supuesto una ovación de pie a los talentosísimos jóvenes actores: Mónica Bejarano (Frida), Jorge Viñas (Tomás), Fabiola Villalpando (María), Andrés Jurado (Erasmo), Bobby Mendoza (Arturo) y Mario González Díaz (Ramón); más Saúl Villa, Elisabetha Gruener y Gonzalo de Esearte, que alternan como Tomás, María y Erasmo, respectivamente.
Los Fridos es una muestra contundente de la madurez que viven las nuevas generaciones de teatreros de nuestro país. Se presenta de jueves a domingo en el Foro de Las Artes del Cenart, hasta el 25 de mayo.
LOS MAROMEROS
Si bien inicia como una pesada retahíla de quejas y lamentos, se va transformando paulatinamente y termina con un fuerte llamado a vivir a plenitud.
Escrita y dirigida por Verónica Musalem, Los maromeros es una puesta en escena que amén de su contenido mismo es una muestra del enorme potencial de las instalaciones del Cenart, concretamente del teatro Salvador Novo, que es parte de la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT).
La sinopsis incluida en el programa de mano explica perfectamente esta historia: “Mientras Elena escribe su obra ‘Los maromeros’, la oscuridad de su alma la pone al borde del abismo. Cuando todo parece perdido para ella, aparece en su casa una misteriosa joven que la guía hacia una noche mística de autodescubrimiento y transformación. Juntas exploran los universos de su imaginación, donde los personajes de su obra cobran vida y la llevan a recordar su pasión y su propósito”.
A la calidad del texto hay que sumar la enorme creatividad en la dirección de escena, para usar al máximo el amplísimo escenario y potencializar sus múltiples recursos de audio, iluminación, tramoya.
Aplauso para el muy talentoso equipo creativo integrado por Alain Kerriou (escenografía e iluminación); Brenda Vaca (vestuario); Cinthia Patiño (diseño de movimiento); y Alberto Santiago (diseño sonoro y música original).
Y un aplauso (sonoro en verdad) para los actores: Gabriela Núñez, Gasón Yáñez, Aleyda Gallardo, Luis Ernesto Verdín, Ginés Cruz, Ana Corti y David Sicars.
Los maromeros se presenta de jueves a domingo, hasta el 7 de junio.
Bravo al Cenart por su intensa actividad. ¡Bravo, bravo, bravo!