Este jueves 5 de junio celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente. Las redes se llenarán de mensajes institucionales, infografías verdes, promesas recicladas. Muchos funcionarios en todo el país se tomarán una foto plantando un árbol y los hashtags harán su trabajo durante 24 horas. Pero, ¿y después?
A nivel local, la postal no cambia mucho: calles en diversas colonias con bolsas de basura acumuladas, escaso reciclaje real, cultura ambiental que no pasa de la separación de residuos —cuando bien nos va— y una dependencia absurda del PET, el plástico que alguien me dijo una vez que es de lo peor para el planeta. Y no le faltaba razón.
Unidades de transporte público -microbuses principalmente- esparcen por las avenidas y calles de Tampico, Madero y Altamiras la contaminación como si fueran emisarios de los jinetes del apocalipsis.
Mientras que las autoridades municipales presumen el “saneamiento” de lagunas a través de campañas de limpieza y el retiro de lirio acuático o maleza, lo más importante debería ser evitar las descargas de residuos contaminantes.
Y no se trata solo de “ellos”. Me incluyo. Porque muchas veces he fallado por omisión, por comodidad o por costumbre. Porque también he caído en el cinismo de pensar que nada cambiará aunque lo intente. Pero justo por eso, este tipo de fechas deberían servir para incomodarnos. No para sentirnos bien.
El ambientalismo no puede ser una pose ni una bandera para lucir el 5 de junio. Tampoco es una responsabilidad exclusiva del gobierno o de las ONG. O somos todos, o no será nadie, con el compromiso principal de cuidar el entorno.
No es sólo cambiar hábitos, es cambiar enfoques. El reciclaje ya no basta si seguimos produciendo basura. No podemos hablar de sostenibilidad mientras la ciudad se nos desborda. Y no podemos hablar de conciencia si no empezamos por reconocer que también hemos sido parte del desastre.
Faltan y fallan las estrategias en los tres municipios de la zona sur de Tamaulipas, tal vez piensen las autoridades que deben dejar la situación al inexorable paso del tiempo, pero seguramente no se dan cuenta que el tiempo es otro recurso que no se puede recuperar.
Así que sí: el Día del Medio Ambiente. Pero también el día de asumir que lo que hemos hecho no es suficiente. Que lo que no hemos hecho pesa. Y que si algo tiene que cambiar, tiene que empezar por nosotros.