“No podemos olvidar de dónde venimos, de lo contrario olvidaremos a dónde vamos”, extracto de la carta que la presidenta Claudia Sheinbaum presentó este 5 de mayo ante el Congreso Nacional de Morena. Pero más allá del tono solemne, el texto es también un espejo invertido: cada exhorto parece señalar una herida abierta dentro del movimiento que presume de ser el más fuerte del planeta.
"El valor de la unidad", dice, "no es trivial". ¿Unidad? Mientras se escribe esto, en varios estados las tribus morenistas se despedazan por candidaturas, y los resentimientos entre fundadores y arribistas siguen horadando al partido.
La presidenta exige a los militantes "honestidad, humildad y sencillez", y afirma que "la parafernalia del poder es del pasado de corrupción y privilegios". Sin embargo, los casos de casas lujosas, uso de helicópteros oficiales, autos blindados y escoltas a discreción contradicen ese llamado. La modestia no se predica desde camionetas Suburban.
Sheinbaum critica a los legisladores que van a "congresos internacionales gastando recursos públicos". Pero las giras de diputados a París, Viena o Sudamérica con pretextos protocolarios siguen documentándose, sin consecuencias ni reembolsos.
En “tiempo de compensación”, la plana mayor de Morena borró de los lineamientos —contemplados en la epístola de la presidenta Sheinbaum— la directriz a funcionarios y militantes de suspender cualquier indicio de proselitismo adelantado.
La prueba de fuego incluye no heredar el mismo cargo de elección a familiares, no reelegirse, no realizar campañas negras contra compañeros y no condicionar el voto, algo que en Tamaulipas, al igual que en el resto de los estados, no se ha cumplido.
En otro punto, advierte contra el corporativismo y pide austeridad republicana. Pero el clientelismo electoral, el uso de programas sociales como moneda política y las viejas prácticas sindicales siguen siendo herramientas del aparato oficial.
Finalmente, llama a evitar las campañas anticipadas, propone encuestas y que la promoción casa por casa arranque sólo tras los procesos internos. Pero desde hace meses vemos bardas, espectaculares, giras disfrazadas de informes y todo un circo previo a las convocatorias formales.
La carta de Sheinbaum es un llamado al alma de Morena. Pero el eco que devuelve la realidad no es el de un partido virtuoso, sino el de un poder que se niega a ver en su reflejo las contradicciones que lo atraviesan.