Siete minutos

JORGE F. HERNÁNDEZ
JORGE F. HERNÁNDEZ

Acudo al Repertorio de Kent (edición facsímil apócrifa, Tomo XXVII, pp. 1962-2025) para recordar que cada día del calendario más íntimo es un páramo en blanco, como campo inédito recién nevado donde las huellas de algún gato travieso e inmortal o los brinquitos de una liebre libre van trazando una secreta caligrafía como en pentagrama. Allí se lee que en marasmos y vaivenes como los que nos azotan en esta época de desprolijidad (según me dijo una mujer brillante) lo que nos alivia más que placebo es un abrazo de siete minutos.

Siete minutos a párpados cerrados, al filo de una cabellera negra noche o moteada con canas de vida. Siete minutos sin palabras para que ambos participantes puedan hablar en silencio todas las heridas pasadas y las ilusiones por venir; siete minutos no necesariamente cronometrados sino medidos por la respiración y los latidos del corazón o corazones que en ese instante se vuelven uno, eco del Otro y espejo de memoria.

Me atrevo a pensar que la agonía de los ancianos enfermos dura exactamente siete minutos, aunque la bitácora clínica marque siete meses o siete días y me atrevo a suponer que son siete minutos el tiempo gelatinoso del primer instante en que una madre carga por primera vez a su hijo, no del todo consciente de la milagrosa multiplicación genética con la que ha clonado a su pareja en bebé o ella misma de niña. Alejemos la lente y busquemos la conclusión inapelable de que fueron exactamente siete minutos los que necesitó un caballero de espada flamígera para derrotar a uno de los muchos dragones que nos acechan a diario desde las cuevas de Capadocia; siete minutos para que la lengua de fuego del inmenso lagarto se volviera pétalo de rosa… de allí la ofrenda sagrada para el día en que murieron al mismo tiempo —aunque el calendarios diferentes— William Shakespeare y Miguel de Cervantes Saavedra para espanto del mundo y ejemplo de esperanza: bastan siete minutos con un poema en el pecho o ese párrafo memorizado y subrayado en las páginas de un volumen de segunda mano para jamás olvidar que hemos de vencer al amarillo dragón autoritario, xenófobo, amnésico e imbécil en todas las siniestras formas con las que parecen rendirle tributos sus sicofantes con el brazo extendido y el rostro vacío.


Google news logo
Síguenos en
Jorge F. Hernández
  • Jorge F. Hernández
  • Escritor, académico e historiador, ganó el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández por Noche de ronda, y quedó finalista del Premio Alfaguara de Novela con La emperatriz de Lavapiés. Es autor también de Réquiem para un ángel, Un montón de piedras, Un bosque flotante y Cochabamba. Publica los jueves cada 15 días su columna Agua de azar.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.