En las efemérides del mes de mayo, para los coahuilenses tiene especial significado el 21 de mayo de 1920, porque en la madrugada de ese día, en un misérrimo pueblo de la sierra de Puebla, llamado Tlaxcalantongo, tuvo fin la vida del presidente de México Venustiano Carranza.
La entrega anterior de esta columna se hizo referencia a cómo el aparato político legislativo no hizo ningún acto que diera constancia del golpe del estado perpetrado por Obregón,
De la Huerta y Calles y al acallamiento del hecho por muchos años con el cual se trató de borrar de la memoria histórica la figura de nuestro coterráneo.
La tarde del día 20 de mayo, la Columna de la Legalidad habían entrado al territorio del general Mariel, supuestamente leal al presidente, se separó de la columna para asegurar que Villa Juárez estuviera bajo control; le encomendó al general Rodolfo Herrero guiara al contingente; llegando a San Antonio Tlaxcalantongo, igualmente se separó bajo un pretexto, luego de instalar al presidente en el mejor jacal.
Ya instalados resguardándose de la torrencial lluvia, llegó un emisario de Herrero quien se presentó en el jacal para dar seguridad y reconocer cómo estaba colocado el aposento de Carranza.
Pasadas las tres de la mañana, los despertó una primera descarga de balas contra el jacal, el presidente se quejó de una pierna herida, trataron de responder al ataque cuando otra ráfaga de disparos penetró las varas del jacal, hiriendo varias veces al presidente quien finalmente murió a la 4:20 de la mañana.
Hechos prisioneros llegó Herrero, para indagar lo sucedido alegando que el atentado había sido culpa de otro militar, solo para luego mostrar su verdadera cara cuando les exigió elaborar un documento donde declaraban que el presidente Carranza se había suicidado.
Se trató de culpar a sus acompañantes de la muerte de Carranza en torno a la tesis del suicidio, quienes durante los juicios exigieron una investigación verdadera logrando con presión social que dicha versión fuera eliminada, Francisco L. Urquizo fue fundamental al aportar la información del forense donde se establecían las heridas de bala localizadas en el cuerpo de Carranza las cuales descartaba con certeza que el suicidio se hubiera podido realizar, menos en las circunstancias de los ataques al jacal donde dormía el presidente.