Vivimos un régimen que compra inconsciencias, con pensiones y becas que, si bien hay países que desde hace años las tiene establecidas de manera universal habrá que reconocer que su PIB es enormemente superior al de México, con deudas menores y con sistemas de transparencia y rendición de cuentas ciudadanizados; una ruta que habíamos avanzado con algunas lagunas pero que desde hace seis años se han estado eliminando sustituyéndolo con un sistema de opacidad y de reservas que eran inconstitucionales pero que con reformas a modo logradas al desaparecer la posibilidad de que el poder legislativo y judicial ejerzan su contrapeso característico a los regímenes republicanos y democráticos tienen al país al borde de un autoritarismo criminal, que solo traerá tiranía y miseria.
Con el señuelo de que el pueblo manda, con grotescos mecanismos se disfraza un régimen democrático de participación sin conciencia y de reconocida inducción hasta conseguir la prevalencia del ejecutivo sobre los otros poderes, que cuando se consolide mudaran para conformar un aparato totalitario. Se aprovechó que instituciones como la SCN, INE y otros tienen cambios escalonados para infiltrar los primeros incondicionales o mantenerlos incompletos para no perder decisiones; luego ensoberbecidos por la mayoría plantearon reformas que se aprobaron en el legislativo violando los procedimientos, mismas violaciones que fueron el soporte para que la SCN cumpliendo con sus funciones los declarara inconstitucionales lo que acicateó el autoritarismo para decidir un procedimiento plagado de pésimas estrategias para colocar bajo una amañada votación a las personas a modo bajo una cuestionada elección popular del poder, judicial donde los votos no se contaron ni se tuviera la limitación de cancelar los boletas no utilizadas por los ciudadanos, creando la suspicacia de una manipulación a conveniencia de los resultados.
Vivimos la maniobra burda, donde los acarreados votaron por personas escogidas por el gobierno, induciendo votos controlados, así estamos jodidos, condenados al autoritarismo combinado con el populismo a pesar de que, del 100 del padrón “dicen” votaron el 15%, no obteniendo legitimidad al demostrase que el 85% no apoyó la iniciativa de la reforma judicial supuestamente exigida por el pueblo.