¡Tarifas a todo y que nadie venda nada!

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¿En algún momento se han preguntado ustedes, amables lectores, qué alimentos consumían los humanos, en los diferentes países, hace 200 años?

Pues, sabemos que la dieta estaba mucho más limitada que la de un consumidor moderno: hoy, cualquiera puede comprar kiwis neozelandeses (o italianos, miren ustedes, o chilenos), papayas de República Dominicana, melones de Turquía, tomates de México, salmón de Noruega, atún de Tailandia o carne brasileña en el supermercado de la esquina.

De eso va el comercio mundial, de que algunos territorios cultiven o produzcan comestibles para venderlos a los demás de la misma manera como hay naciones que compran el petróleo que no tienen o los artilugios electrónicos que no están en posibilidades de fabricar.

Pues miren, Trump amenaza con aplicarle aranceles —un sobreprecio de 21 puntos porcentuales— al tomate que México exporta a Estados Unidos. Sus comisarios argumentan que se vende por debajo de lo que debiera costar y que ello afecta a los productores del vecino país. Los delegados de nuestro supremo Gobierno, mientras tanto, responden que eso no es cierto y esperan negociar para que el castigo no entre en vigor el 14 de julio.

Así, ni más ni menos, es una guerra comercial: de pronto, alguien que compra le dice al vendedor que no le gustan los precios (no por altos sino… ¡por bajos!) y avisa de que van a ser más elevados. Más caro el producto, o sea. Pero ¿quién desembolsará al final el dinero? El consumidor, señoras y señores.  El tesoro público se quedará con el importe correspondiente a la tarifa y lo que podemos entonces advertir es que se trata de una tributación.

Justamente, ¿no anunciaba Trump que iba a rebajar los impuestos? Al parecer, es parte de otro plan porque los compradores estadunidenses, por lo pronto, van a pagar más por el acero que se usa para armar sus coches, por el aluminio de las latas de las insípidas Budweiser, Coors y Miller que se trincan y por todos los artículos que produce el resto del planeta, así sea que sirvan para ensamblar productos locales.

Ah, y lo que pretenda exportar Estados Unidos, pues lo mismo: le aplicarán tarifas y será más costoso. Es decir, habrá menos consumo globalmente y la economía se estancará.

Así de absurdo es el programa de Trump, señoras y señores…


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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