El papel de los diputados tamaulipecos en el caso Cuauhtémoc Blanco no solo dejó en evidencia sus prioridades, sino también su absoluta falta de compromiso con la justicia y la ciudadanía.
Mientras el exgobernador de Morelos enfrenta acusaciones graves, el Congreso de la Unión decidió blindarlo, permitiéndole acudir a la Fiscalía con plena protección legal. Y en esta maniobra política, los legisladores de Tamaulipas jugaron un rol clave.
Cuatro diputadas tamaulipecas, Claudia Alejandra Hernández Sáenz (Morena), Casandra Prisilla De los Santos Flores (PVEM), Blanca Araceli Narro Panameño (Morena) y Olga Juliana Elizondo Guerra (PT), simplemente se ausentaron de la votación, evadiendo cualquier responsabilidad ante un tema de alta relevancia. Con su silencio, contribuyeron a la impunidad.
Por otro lado, Carlos Enrique Canturosas Villarreal (PVEM), Mario Alberto López Hernández (PVEM), José Braña Mojica (PVEM) y Adrián Oseguera Kernión (Morena) votaron sin titubeos a favor de proteger a Cuauhtémoc Blanco.
Entre ellos destaca Carlos Canturosas, hermano de la alcaldesa de Nuevo Laredo, Carmen Lilia Canturosas, quien hace unas semanas denunció ataques misóginos en su contra y la violencia política de género. Resulta una hipocresía brutal que, mientras ella alza la voz contra la violencia hacia las mujeres, su hermano, desde el Congreso, apoye a un personaje con señalamientos de abuso.
Este caso no solo muestra el blindaje político con el que operan, sino la forma en que estos diputados y diputadas desprecian el mandato ciudadano. Su obligación era representar al pueblo, pero prefirieron cuidar sus alianzas y garantizarse un futuro en la política.
Pero el cinismo tiene un límite. La sociedad tamaulipeca ha tomado nota de estos atropellos. La indignación crece, y en un estado donde Morena y sus aliados han buscado posicionarse con un discurso de transformación y humanismo, este tipo de actos desnudan la simulación y la hipocresía.
Las diputadas y diputados que votaron a favor o que se escondieron para no votar, ¿tendrán el valor de mirar a la cara a sus electores ahora y cuando busquen otro cargo? ¿Podrán seguir vendiendo la idea de que trabajan por la justicia y el bienestar de la gente cuando su prioridad ha sido proteger a los suyos?
Tarde o temprano, tendrán que rendir cuentas. Y si la sociedad realmente está harta de este juego, deberá demostrarlo donde más les duele: en las urnas.