El periodo vacacional de Semana Santa marca un momento de pausa en la vida cotidiana de millones de personas. Se reducen los ritmos, se apagan los teléfonos del trabajo y por unos días, la atención se enfoca en el descanso, la familia o la devoción religiosa.
Pero mientras los ciudadanos se desconectan con justificación, no puede decirse lo mismo de quienes tienen la responsabilidad de gobernar. Porque aunque en lo formal las oficinas públicas reduzcan su actividad, la función de servir, proteger, y atender no debería tener días festivos.
¿Qué tanto reflexionan nuestras autoridades durante estos días? ¿Se detienen a revisar si han cumplido su labor, si han respondido con honestidad, eficiencia y sensibilidad a los problemas cotidianos que afectan a sus gobernados?
Sería un buen momento para hacer un ejercicio de conciencia. En Tamaulipas, por ejemplo, el rezago en infraestructura, la inseguridad en algunas regiones, los escándalos de corrupción y la falta de resultados en áreas clave como salud, educación y transparencia, son una constante.
Y lo peor: muchos de quienes hoy descansan en una playa o destino turístico, lo hacen mientras su gestión deja mucho que desear. Lo hacen sabiendo que aspiran a otro cargo, a perpetuarse en el poder o a heredar posiciones políticas a familiares o gente cercana, sin antes rendir cuentas ni cumplir su mandato.
Las vacaciones no deben ser pretexto para olvidarse de la realidad. Para algunos, estos días son un respiro merecido. Para otros, deberían ser una pausa para mirar el espejo y preguntarse: ¿he estado a la altura del cargo que ostento?
Porque la confianza pública se gana día a día, no solo con promesas en campaña ni con publicaciones en redes sociales durante los días festivos.
En relación a esto último seguramente veremos en los próximos días fotos de las y los gobernantes, estrechando la mano de turistas y al pendiente de sus necesidades
Cuando ellos mismos saben la deuda que tiene el gobierno estatal y municipal, así como otras dependencias, con la ciudadanía a la que están obligados a servir.
Ojalá que entre el sol, la arena y los reflectores, no olviden que el verdadero juicio no vendrá de las selfies, sino de los resultados.