Los hombres más poderosos y ricos del mundo se encuentran para crear un nuevo orden mundial que convenga a sus intereses. Se consideran grandes amigos. Saben que la economía y paz de los países dependen de sus decisiones. Hay comida, drogas y mucha, mucha manía. ¿Cómo se llamó la película? Pues el miércoles pasado se estrenó Mountainhead en Max.
Esa es la sinopsis de la cinta creada por Jesse Armstrong (Succession). Y empieza bien, pero tiene dos problemas, aunque, quizás, uno cancele al otro. El primero es que, para resolver su conflicto, los personajes actúan como unos absolutos idiotas a pesar de ser los grandes genios que están reinventando la realidad del mundo.
El segundo, el más interesante y grave, es que justo al estrenarse esta cinta comenzó a escalar de manera inaudita la batalla entre Elon Musk y Donald Trump. No, no hay forma de superar a la realidad con la ficción.
El pleito en la vida real va tan rápido que no tengo idea de lo que habrá pasado mientras escribo este texto. Me quedé en que Elon se echaba atrás de proyectos espaciales con el gobierno, Trump y su equipo aseguraban venganza; Elon hacía una encuesta en X a ver si la gente quería otro partido político; Trump aseguraba que Musk estaba enojado porque no impulsaría su mandato empujando los vehículos eléctricos; Musk soltó la bomba de que Trump es parte de los archivos de Jeffrey Epstein y que por eso no han sido hechos públicos...
Mañana habrá otra lista más larga que el ego de estos dos personajes, dejando más claro que el refrán de los periódicos ha cambiado a “nada es más viejo que el post de ayer”. O el de hace un par de horas.
Qué pena por Mountainhead. Qué pena por el mundo que está siendo afectado por esos niñotes con todo el poder. Pero no puedo negar que es la batalla más intrigante y morbosamente entretenida de los últimos tiempos.